Ignacio
Ondargáin
NACIONALSOCIALISMO.
Historia y Mitos
VIAJE
AL MÁS ALLÁ
BREVE
VIAJE AL MÁS ALLÁ
1-
La Puerta del Sol
2- Qué es el mundo
3 Los vehículos
del ser humano
4- El iniciado de Tiahuanaco
1-
La Puerta del Sol
“ELLOS”
están aquí.
Visto
desde nuestra perspectiva de seres encarnados e inmersos en el mundo espacio-temporal, los dioses viven en una especie de
eterno presente donde no existe el tiempo tal y como lo podemos entender nosotros.
Es
en la vivencia del “AQUÍ Y AHORA” como el amauta atraviesa la “Puerta del Sol de Tiahuanaco”. Esta
es la Puerta de Venus, el Sol Negro por el que el “guerrero-iniciado-científico” accede con pleno conocimiento
hasta el Más Allá”.
Al
ir saliendo, desvinculándose del mundo espacio-temporal, las dimensiones empiezan a distorsionarse accediéndose a un “lugar
vacío” en el que tan sólo permanecen como eco enrarecido los efectos del mundo material.
El
iniciado que, inmerso en el majestuoso entorno sagrado, ha accedido hasta este punto en total concentración, siente derrumbarse
el mundo viejo en sí mismo y a su alrededor.
Ahora
sus sentidos se han tornado incapaces de percibir el mundo “exterior” y van abriéndose a la otra realidad del
Más Allá.
Ahí
le aguarda todo un Universo de diferentes mundos, poblado por seres “fantásticos” que van desde elevados niveles
de consciencia y libertad espiritual hasta seres degradados y apegados a los más miserables apetitos del bajo astral.
Ve
cómo las almas degeneradas más abyectas se agarran con todas sus fuerzas a todo tipo de vicios tratando de saciar el infinito
desasosiego y la angustia en que viven la eternidad. Son sombras que en medio de un tormento eterno se alimentan ansiosamente
de la pestilencia y los vapores de la putrefacción.
El
iniciado, quien ha llegado a reconocer hasta las más secretas y sutiles cadenas que le encadenan en el mundo, rechaza el “placer”
de los demonios y elige el camino más difícil. Es el abismo existente entre él y todo aquello lo que le lleva a abandonar
el antro de los demonios apegados a los apetitos animales.
Más
allá de todo se levantan unas montañas de fuego a través de las cuales, encendido en su furor sagrado, el iniciado se abre
paso. Poco a poco, según avanza el sendero, el fuego que todo lo envuelve va haciéndose más y más puro, llegando a convertirse
en una especie de luminosidad sobrenatural.
En
el horizonte empieza a distinguirse un mundo lejano de luz increada sobre el que nieblas matinales se desperezan lentamente
bajo los rayos del sol negro... en lo alto de una montaña de luz pura, se alza ante la vista un castillo sobre el que el vuelo
del Ave Fénix indica al iniciado el hogar de los inmortales.
Superada
la última prueba, llama a la fortaleza donde un guardián le hace una pregunta secreta. El iniciado le contesta en la lengua
secreta la palabra perdida y el guardián le abre la puerta tras la cual los dioses le acogen como a un igual en los Campos
Elíseos donde los hiperbóreos comparten la copa de oro de la ambrosía de la eterna juventud.
2-
Qué es el mundo
El
mundo físico espacio-temporal está compuesto por:
materia
densa y mineralizada,
por
otra materia menos densa, la líquida
y
por otra aún más sutil, los gases.
La
física moderna llama a estos estados sólido, líquido y gaseoso. Los tres tienen el común de ser percibidos por los sentidos
físicos (vista, oído, olfato, gusto, tacto).
Pero,
¿Es posible encontrar materia más sutil y rarificada que la que constituyen los gases?. La Tradición nos dice que existe una
materia sutil que interpenetra la física como si esta no existiera. El mundo está compuesto por más realidades de las que
podemos percibir habitualmente.
Según
esta cosmovisión, el mundo material se halla inmerso en el plano etérico, el cual está compuesto por muchas más realidades
de las que pueden percibir nuestros 5 sentidos físicos. El hecho de que nuestro ser físico carezca de sentidos mediante los
cuales captar esas “otras realidades” no significa que estas no existan; más bien significa que nuestro cuerpo
físico es ciego a esas “otras realidades”. De esta manera, el mundo material comparte un mismo volumen con diferentes
realidades del plano etérico, si bien en una manifestación diferente o percibida de forma parcial según los sentidos.
El
hombre vulgar conoce el mundo material pero “hay otros mundos, aunque estén en
este”. Consecuentemente, podemos afirmar que el mundo de los espíritus está presente entre nosotros aunque no lo
percibamos. De hecho, pese a que vivimos totalmente enfocados en nuestra percepción sensorial del mundo e “hipnotizados”
por esta, nuestro verdadero yo esencial nunca ha dejado de vivir en el Más Allá.
Tanto
para el “bien” como para el “mal”, en el Más Allá se encuentran los resortes que movilizan el mundo,
creando de esta forma los acontecimientos y la historia. La Tradición nos dice que el Más Allá está poblado por seres inteligentes
que pueblan el Universo fuera del mundo corporal. Estos seres no materiales pueden entrar en contacto con nuestro mundo pero
con dificultades derivadas principalmente de su estado atemporal (desde la perspectiva en que nos hallamos, su mundo carece
de un tiempo equivalente o equiparable al que nosotros conocemos) y de su estado no-material.
3-
Los vehículos del ser humano
El
ser humano está compuesto por tres cuerpos:
-vehículo
corporal
-vehículo
anímico
-vehículo
espiritual
La
filosofía clásica considera la personalidad como una máscara densa como el plomo, movediza como el mercurio que aísla el extracto
más auténtico y esencial de nuestro ser: el yo espiritual.
El
espíritu es la esencia misma de los dioses.
El
alma es un cuerpo trascendente del ser humano. En la Edad de Oro, el yo del hombre residía en un alma cuya naturaleza era
trascendente. Pero las sucesivas caídas, cual fue la separación de sexos, provocaron que este ser fuera progresivamente materializándose.
Finalmente, el hombre quedó totalmente atrapado en la manifestación material, encarnando en un cuerpo cuya materia es devorada
por el tiempo.
Por
lo tanto, en la Edad de Oro el hombre tenía un alma trascendente no material y su yo estaba perfectamente integrado con el
espíritu y el mundo de los dioses. Pero la caída en el mundo material acarreó que su naturaleza se manifestara en un cuerpo
físico material dual, encarnando como hombre o como mujer, dividido y sometido a las necesidades fisiológicas del mundo material.
Podemos
entender pues que:
el
cuerpo físico es el cuerpo de materia “demiúrgica”;
el
alma es un cuerpo de materia “sutil” e invisible a los sentidos físicos;
el
espíritu es el yo más esencial.
El
cuerpo físico es el de este mundo y busca satisfacer sus necesidades fisiológicas así como sus apetitos caóticos y busca su
supervivencia.
El
cuerpo anímico o el alma es el que manifiesta las tendencias prenatales. En él se generan los sentimientos y actúa desde el
subconsciente. Desde el momento del nacimiento, el alma ha ido progresivamente consolidándose y fijándose en el plano material
hasta quedar totalmente abstraída e hipnotizada por este, olvidando el Origen.
Como
decimos, en la Edad de Oro el alma era puramente trascendente y tenía contacto directo con el mundo espiritual o el Origen,
pero ahora se halla vinculada y atrapada por la inmediatez del mundo físico. Este alma corrompida se ha convertido en el peor
enemigo del hombre que busca vencer a la muerte.
Existe
todo un mundo “sutil” en el que estamos inmersos, que nos rodea por todas partes, que actúa e influye sobre nuestro
ser físico y anímico y que nos interconecta con todas las cosas.
Fuerzas
sutiles, realidades invisibles determinan la realidad espacio-temporal, condicionándola y dirigiéndola. En 1776 Franz Anton
Mesmer intentaba demostrar la influencia de los astros sobre el campo magnético animal. Según este estudioso, todos los seres
vivos tenemos un “magnetismo animal” que sería el equivalente de un imán. Los astros tienen este mismo magnetismo
que proyecta su influencia por el espacio.
El
extraordinario magnetismo que manifiesta la figura de Adolf Hitler consiguió movilizar resortes raciales profundos latentes
en la sangre y fue el principio determinante en la creación del Tercer Reich. La sola presencia del Führer alemán generaba
un estado de exaltación vital como el que proyecta el sol primaveral sobre la naturaleza verdeante.
En
el Más Allá hay toda una gradación que va desde espíritus puros hasta almas degradadas del bajo astral apegadas a sensaciones
mórbidas y degeneradas. También hallamos “espíritus errantes” que pertenecen a seres recientemente fallecidos
y que se encuentran aún vinculados al espacio-tiempo. Otros son seres que han quedado vinculados al mundo en un estado de
confusión debido a haber sufrido muertes traumáticas.
El
hombre encarnado tiene un “periespíritu” que es un cuerpo “etéreo” que pervive a la muerte del cuerpo
físico. Podemos conocerlo como “cuerpo astral” y está compuesto de la misma energía que emiten los astros. Este
cuerpo astral es la envoltura semimaterial del espíritu cuando está separado del cuerpo. El astral puede tomar las formas
que estima el espíritu: ordinariamente afecta la que tenía en su última existencia corporal. Unido al fluido energético de
otras personas encarnadas o haciendo valer diferentes fuentes de energía, el periespíritu puede convertirse temporalmente
en visible, es decir, ofrecer al tacto la resistencia de un cuerpo sólido como el que se ve en las apariciones.
Los
espíritus desencarnados sea por la práctica iniciática y el viaje astral o sea por la muerte, pueden desplazarse de un lado
a otro o recorrer grandes distancias a la velocidad del pensamiento. Podemos comprobar en la iniciación cómo el adepto accede
al mundo del Más Allá viviéndolo como algo más real que el mundo material.
4-
El iniciado de Tiahuanaco
El
vuelo de la imaginación, nos sitúa ahora en el final de la Ciudad Solar de Tiahuanaco. Este viaje nos habla de la esencia
de la confrontación cósmica en la que vivimos y por la cual el mundo actual, poseído por los agentes de la destrucción y la
muerte se aboca irremediablemente hacia un final apocalíptico.
Habiendo
atravesado la Puerta de Venus de Tiahuanaco, el iniciado permaneció en pie concentrado en sí mismo, centrando todo su campo
energético en un vórtice dirigido hacia la inexistencia de sí mismo.
Ni
un sólo gesto, ni un sólo movimiento dejaba traslucir el esfuerzo titánico que desarrollaba en su interior; al contrario,
pareciera haberse convertido en una estatua de mármol absolutamente impasible e inmóvil. Permaneció firme, mientras sentía
en sí cómo todo su mundo se derrumbaba. Por su mente fluyeron las imágenes de su vida desde pequeño, su nacimiento, su familia,
sus amigos, sus novias, su iniciación, su maestro, sus vivencias e inquietudes... Poco a poco, empezó a sentir cómo una energía
que giraba en sentido inverso al tiempo empezaba a envolverle.
Todos
los que observaban la ceremonia, pudieron ver cómo un halo de luz comenzaba a girar en torno al iniciado. Poco a poco la luz
iba haciéndose más y más intensa hasta que acabó por envolverle totalmente. Entonces, la luz ascendió desapareciendo en el
cielo y con ella desapareció también todo rastro del discípulo.
Los
amautas y otros iniciados que asistían a la ceremonia, no mostraron la más mínima emoción al observar el proceso, pues no
era nada que no conocieran y permanecieron inmóviles en vigilante actitud de
espera. Nadie hizo un sólo movimiento, ni un sólo gesto, salvo el maestro de ceremonias, quien procedió a encender el fuego
de la lámpara de los dioses.
Tras
varias horas en las que todos en el recinto sagrado permanecieron inmóviles y atentos a cualquier signo que pudiera producirse,
en el mismo lugar en el que el iniciado había desaparecido, junto a la Puerta de Venus surgió un viento girando en remolino.
A los pocos instantes, reapareció la luz y de su interior surgió la figura del iniciado. Volvió a atravesar la Puerta de Venus
y descendiendo las escaleras se dirigió hacia su maestro, estrechándole ambas manos. Pese a que se hallaba aún algo aturdido
por la experiencia vivida, el maestro pudo percibir la radiante energía que translucían los ojos del discípulo.
Dos
días después el discípulo fue convocado por el Gran Maestro de la Ciudad Solar quien le dijo:
“Has
alcanzado el mundo de los dioses y has vuelto. Habla, ¿Te han transmitido algún mensaje que debamos conocer nosotros?”.
“He
alcanzado hasta la ciudad celestial –dijo el discípulo– y los dioses me han recibido y me han dicho que los poderes
y los cultos oscuros del mundo buscan la destrucción de nuestro reino y que hemos
de preparar todo para el final.
Un
numeroso ejército de creaturas oscuras surgidas de los vapores y la esencia de la tierra aguardan atentos apenas a tres días
de distancia de la Ciudad del Sol. Estas creaturas están ansiosas por conseguir oro y riquezas y quieren destruir nuestro
reino. Sirven al Señor Oscuro, un dios que se alimenta del derramamiento de sangre en sacrificios. Esta deidad es el señor
de las criaturas de la tierra, las cuales a la vez que sus servidores son también su alimento. Mas aspira a alimentarse principalmente
de la sangre de la estirpe divina, la cual es la más preciada para él, ya que alimentándose de ella, aspira a poder conseguir
el poder celeste de los dioses. Así pues ha dirigido todas las potencias del mundo, todo su ejército de creaturas terrestres
contra nuestra Ciudad Solar. Un grupo de traidores blancos apoya y asiste a este ejército de creaturas demoníacas. Estos traidores
son servidores del Señor Oscuro y han entrado a servirle en la esperanza de recibir como recompensa parte de su reinado de
muerte y corrupción. En un vuelo de águila he podido ver el campamento de miles y miles de creaturas y he podido sentir cómo
ansían poseer nuestras riquezas y destruirnos en una orgía de devastación y canibalismo”.
“Los
dioses han ordenado poner a salvo lo más sagrado de la Ciudad Solar. Todo ello hemos de ponerlo a salvo en una apertura de
la tierra que se halla más allá de la montaña del salitre, hacia el sur. Allá serán acogidos los elegidos y salvados de la
destrucción. Pero hemos de ponernos a trabajar ya, pues antes del próximo eclipse de luna, Nuestra Patria habrá sido arruinada
y destruida por las creaturas de la tierra”.
“¿Conoces
el lugar donde se halla la apertura que dices?”
“En
el vuelo del águila he podido situarla yendo hacia el sur a unos días de camino. El camino es largo y es preciso preparar
el abastecimiento para el viaje”.
Tras
varios días de intenso trabajo, la Ciudad Solar de Tiahuanaco estaba preparada para la evacuación. Sus residentes se dirigieron
hacia el sur, buscando la apertura al interior de la tierra donde los dioses los esperaban. Cuando las fuerzas oscuras de
la tierra alcanzaron a la Ciudad Solar sólo encontraron piedras y casas vacías. El Señor Oscuro se desesperó en sus entrañas,
ordenando a sus sacerdotes un masivo sacrificio sangriento y holocausto con el que calmar su ira desatada.
La
estirpe de la Ciudad Solar ya se acercaba a la apertura más allá de la montaña del salitre pero el Señor Oscuro había lanzado
en su persecución una avanzadilla de su ejército. Finalmente esta avanzadilla dio con la Estirpe Solar en las inmediaciones
de un lago donde se produjo una terrible batalla en la que el ejército oscuro fue destruido totalmente por rayos de fuego
y armas milagrosas. Tras esto, el Señor Oscuro entendió que nada podía hacer por lo que se retiró a la espera de una nueva
ocasión. La Estirpe Solar alcanzó la puerta por la que penetró al interior de la tierra consiguiendo poner a salvo sus secretos
y sus tesoros.