Ignacio
Ondargáin
NACIONALSOCIALISMO. Historia y Mitos
CAPÍTULO
XI
(Texto
revisado en diciembre de 2006)
EL RETORNO DE LOS MAGOS
1- Los nórdicos
2- La visión mágica
3- El Triunfo de la Voluntad
4- La magia egipcia
5- Mitra, una religión aristocrática
6- La muerte de Occidente
7- La raza de Seth
8- La caverna de la iniciación
9- Wewelsburg y Externsteine en Westfalia
10- El misterio de la alquimia
1- Los nórdicos
Los Nórdicos son los Polares. Residen en el Extremo Septentrión, en la Estrella Polar, punto fijo inmanente en torno
al cual gira el universo todo como las aspas de un molino giran fijadas al eje, como la esvástica.
La Estrella Polar es el centro espiritual, un Sol Negro que permanece vinculado a la eternidad: el Polo es el lugar
impasible opuesto al Sol de este mundo material.
La tradición Polar se dirige hacia el Norte, hacia el Polo, esto es, hacia la Estrella Polar. Así como los templos
judeocristianos se orientan hacia Jerusalén, el nordicismo apunta hacia el inequívoco
norte. Me han dicho que el Pirineo hay una iglesia románica cuyo ábside mira hacia el norte. No debe ser algo casual. El castillo
de Wewelsburg tiene una forma triangular cuya torre más destacable, y en cuya cripta la SS realizaba ceremonias secretas,
señala el norte. La forma del castillo es la de un triángulo apuntando al norte.
Por el principio del Sol Negro, el iniciado concentra la fuerza en sí mismo, consiguiendo desvincularse del mundo y
de sus manifestaciones mientras todo gira en derredor. Finalmente, la absoluta impasibilidad del Sol Negro vincula al iniciado
a la esencia eterna de la divinidad: este es el principio de la esvástica y de la iniciación Polar.
Desde el Más Allá, a través del Sol Negro, desde su divina impasibilidad diamantina, los dioses llaman a los suyos
para que se unan a ellos y puedan así liberarse de la cárcel de la locura del mundo demiúrgico y de su ciclo asesino de muerte.
Y es así como para poder alcanzar hasta el Más Allá, el héroe tiene que desafiar la maldición del mundo. El héroe se
libera de las cadenas de la esclavitud de la materia y, como ladrón, toma del fruto de la inmortalidad.
En el siglo III a. d. C, Pitheas de Marsella buscando el Extremo Septentrión
llegó hasta la isla de Islandia: ¿Fue su peregrinaje por el mundo exterior el reflejo del viaje de retorno a Hiperbórea que
el genio del navegante marsellés había iniciado en su propio interior?. Finalmente, “ni
por tierra ni por mar hallarás el hogar de los hiperbóreos”. Sólo alcanzaremos a los dioses por sincronía, esto
es, cuando nosotros lleguemos a convertirnos en uno de ellos.
Entonces, verás aparecer ante ti Hiperbórea, la Isla Sagrada, resplandeciendo con luz sobrenatural y los dioses te
saludarán como a un igual.
2- La visión
mágica
Todo empieza en la mente.
Y esto bien lo sabe el demiurgo Jehová, demonio de este mundo. Por ello, trata de sumir en el caos la mente de los
hombres; crea ideas falsas, contradicción, enfrentamiento y antagonismo entre complementarios, confusos debates y distracciones
que sólo nos encadenan en la ignorancia y el sufrimiento... Este mundo, desde que nacemos, nos adoctrina en la ignorancia
de nuestra verdadera naturaleza. Crea en nuestras mentes sutiles cadenas de discursos repetitivos y absurdos que sólo los
pocos alcanzan a reconocer y rechazar. Y más pocos son aún los que consiguen liberarse definitivamente de esta tenebrosa caverna,
ya que la mayoría acaba sintiéndose cómoda en este antro subterráneo y cree que no existiera más realidad que su mundo de
sombras. El hombre dominado por este mundo, irremediablemente acaba vinculándose al vicio, la enfermedad y finalmente a la
muerte.
“Destrucción del demonio de la dialéctica”, titula Julius Évola un
capítulo de su libro “La Doctrina del Despertar”. Mediante este título,
el autor italiano trata de movilizar resortes internos atascados y atrapados en la inercia del aburrimiento de lo cotidiano.
Dice así el capítulo:
“El presupuesto de la doctrina budista del despertar es la destrucción
del demonio de la dialéctica: la renuncia a las distintas construcciones del pensamiento, a ese elucubrar que es un simple
opinar y a las múltiples variedades de las teorías, en las que se proyecta una inquietud fundamental y en las que busca apoyo un espíritu que no ha encontrado aún en sí mismo su propio principio”
El texto budista Majjhima..., CXL (III, 350) nos dice: ““Yo soy”
es una opinión; “yo soy esto” es una opinión; “no seré” es una opinión; “continuaré existiendo
en los mundos de la pura forma” es una opinión; “continuaré existiendo en los mundos libres de forma” es
una opinión; “sobreviviré ni consciente ni inconsciente” es una opinión. La opinión, oh discípulos, es una enfermedad;
la opinión es un tumor; la opinión es una llaga. Quien ha superado toda opinión, oh discípulos, es llamado santo sabio”.
Évola explica que “no es que el budismo haya intentado excluir la posibilidad
de un conocimiento de los problemas, como los que acabamos de señar aquí; entonces, entre otras cosas, caería en contradicción,
dado que los textos ofrecen, dondequiera que sea necesario, enseñanzas suficientemente precisas respecto a diferentes problemas.
Lo que sucede es que se ha opuesto al demonio de la dialéctica y rechaza toda verdad
que, teniendo como base el sólo intelecto discursivo –vitakka–, no puede tener más valor que el de opinión”.
El conocimiento, la gnosis, asociada a la serpiente, está identificada con el ser que “ve las cosas con claridad”: por extensión del concepto,
un ser dotado de la capacidad de ver de forma cristalina, o sea, rico en sabiduría. Se trata de ver las cosas en su verdadera
naturaleza. En la antigüedad vemos cómo el poder del dragón o de la serpiente está al alcance de los iniciados en los misterios.
Y este conocimiento no se alcanza mediante la disertación ni mediante la intelectualidad estéril, sino mediante la práctica
iniciática y la transmutación del propio ser.
El despertar de la serpiente de kundalini
experimentado por los chamanes e iniciados modifica su fisiología e incluso su programación genética de forma radical.
Esto funciona purificando y refinando su sistema nervioso, sensibilizando el
cuerpo y sus impulsos y forzándolo hacia un estado espiritual. Las energías superiores se liberan, dando mayor poder de expresión
a las facultades más elevadas de la inteligencia y la voluntad; los impulsos creativos y sociales florecen y, con ellos, las
formas más elevadas de la religión.
La palabra dragón procede de la griega drakon, que significa serpiente. El vocablo es afín a edrakon, una
forma del pasado del verbo derkeshtai, “ver
con claridad”. Descubrir.
Los antiguos iniciados, los Sabios, en latín eran llamados noblis, del
griego gnoblis, de la raíz del verbo “gno”, que significa “conocer”: el cual con el tiempo, se convirtió en nobile
(noble) y gnosis (conocimiento): los que
conocen. Este es el fundamento de la nobleza: la verdadera aristocracia, los que conocen.
En definitiva, se trata de: Otro tipo de conocimiento; Matar al demonio de la dialéctica; Ver las cosas con claridad.
A la luz de estos datos, nos situamos en el diálogo entre la serpiente y Eva de Génesis 3, en la biblia judía. Recordemos
que el demiurgo Jehová, causante del mundo material, había prohibido al ser humano comer del fruto del árbol del conocimiento
(gnosis) del bien y del mal:
“Ahora bien, la serpiente resultó ser la más cautelosa de todas las
bestias salvajes del campo que el dios Jehová había hecho. De modo que empezó a decir a la mujer: ¿Es realmente el caso que
Jehová ha dicho que ustedes no deben comer de todo árbol del jardín?. Ante esto, la mujer dijo a la serpiente: “Del
fruto de los árboles del jardín podemos comer. Pero en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Jehová ha dicho:
No deben comer de él, no, no deben tocarlo para que no mueran”. Ante esto, la serpiente dijo a la mujer: “Positivamente
no morirán; es que sabe Jehová que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como dios, conocedores del bien
y del mal”.
3- El Triunfo
de la Voluntad
La magia es la proyección de la voluntad sobre el mundo; el dominio de las fuerzas ocultas de la naturaleza.
El hombre vulgar, las más de las veces cree desear algo, mas en el fondo tal deseo no es más que una idea proyectada
sobre él y ajena a sí mismo. Por esto, el hombre necesitaría antes que nada aclarar si el “algo” deseado es verdaderamente
deseo de su voluntad o, si por el contrario es algo extraño a él, algo que pertenece a la voluntad de otro, un agregado. Existe
una ley universal que establece que para conseguir una cosa, esta ha de formar parte inseparable de nosotros mismos, o, dicho
de otra forma, nosotros mismos hemos de formar parte de ello (la cosa deseada). De alguna forma, hemos de ser “ello”.
El mundo material está sujeto a unas necesidades y unas leyes que tienden a encadenar el alma en el olvido de su naturaleza
divina. En este contexto distorsionado por el vértigo de la inmediatez, el hombre moderno, aturdido, trata de actuar sobre
la realidad sin tener base ni fundamento firme, cayendo en la esterilidad y el despropósito, alargando su mano hacia sombras
irreales.
Cristo se refiere a la generación sincronística: “buscad
el Reino de Dios y todo lo demás se os dará por añadidura”. Es decir, existe una relación directa entre el creador
y lo creado. Para que algo llegue a ser, el creador ha de ponerse en relación de sincronía con ello.
Únicamente el mago diamantino, duro, implacable y preciso puede determinar, fijar
la voluntad purificada con autoridad y poder para que ella llegue a ser.
Miguel Serrano y el esoterismo nazi, identifican al Führer como el hombre de la “Voluntad Absoluta”. Es mediante este principio absoluto
y puro como se consigue que la voluntad llegue a ser realizada sobre el mundo. Este concepto se aclara en el discurso que
Adolf Hitler proclama ante sus fieles seguidores, el 2 de febrero de 1933:
“Mis SA. y SS.: Ciertamente en la imaginación, lo que nosotros queríamos también existió antes.
En justicia, no hay idea de la que pueda decirse que haya nacido en un instante.
Todo lo que es pensado, lo ha pensado alguien con anterioridad, todo lo que
aparece en la imaginación humana, fue también por otros imaginado.
Pero lo importante es que tal imaginación, pensamiento o idea, encuentre el
camino de salir del débil terreno del ideal para llegar a realizarse, que tal
idea encuentre los cuerpos y la organización que le den forma, y que de esta idea y de su organización, se logre crear, con
esfuerzo, la fuerza que permita convertir en realidad lo imaginado”.
El poder del mago reside en sincronizar su ser y su voluntad a la obra con absoluta precisión y claridad. Fijada la
voluntad, esta es proyectada con autoridad y poder hacia las dimensiones del tiempo y el espacio. Todo ello se conforma en
el ritual, las fórmulas mágicas, la invocación (mediante la palabra), la visualización, la proyección... el mago desarrolla
un “laboratorio” donde proyecta su poder y su voluntad purificada.
4- La magia
egipcia
Egipto es, según
reclama su propia tradición más verdadera, heredera del conocimiento atlante-hiperbóreo. Entre los misterios más fascinantes
de la enigmática civilización egipcia destaca la cualificación de sus magos. Estos eran auténticos especialistas al servicio
del estado y su prestigio se mantuvo durante milenios.
Los magos egipcios eran escogidos desde el nacimiento e incluso antes. Los oráculos y la videncia mediante trances
inducidos ocupaban un lugar central en la iniciación. Tal y como ocurre hoy aún entre los lamas tibetanos, los sacerdotes
egipcios reconocían en el niño signos que lo identificaban como la última encarnación de un mago fallecido u otra alma superior.
Estos pequeños eran apartados de sus familias y llevados a la Casa de la Vida de algún templo, donde empezaban a recibir
una educación especial. Tras años de instrucción y una vez superadas las correspondientes pruebas iniciáticas, el nuevo mago
accedía a los secretos del más allá y, mediante su voluntad, su mente y su voz,
estaba en condiciones de controlar la materia y la energía.
El mago debe alcanzar el dominio de heka –técnica y fuerza sobrenatural
de la magia–, que le equipara con los mismos dioses. El verdadero mago posee el conocimiento de lo visible y de lo oculto,
así como un poder superior sobre la naturaleza.
Aquel que alcanza la suprema excelencia se convierte en aju, término que
designa uno de los catorce ka (espíritu inmortal) del dios supremo Ra y, por extensión a un ser dotado de luz propia. Este estado de
espíritu luminoso es algo que los mortales pueden conseguir después de la muerte, tras superar todas las pruebas iniciáticas
que les permiten traspasar las puertas del más allá, incluyendo el juicio de Maat (justicia y verdad), en el cual se pesa
su corazón. Sin embargo, los magos pueden obtener esta transformación en vida, como resultado de haber experimentado situaciones
similares a la de ultratumba, a través de la muerte y resurrección iniciática.
Tal y como la divinidad había logrado el equilibrio tras vencer al caos primigenio, de donde todo surgió gracias a su voluntad y su palabra, en el rito el mago encarna ese mismo acto creador, imitándolo fielmente y
contrarrestando así la tendencia al caos propia del mundo. Por eso, a veces los magos tienen que involucrarse en actos destructivos,
con el fin de canalizar la tendencia maligna del desorden, representado por Apophis, la serpiente que cada noche ataca la
barca de Ra.
Es fácil suponer que no todos los sacerdotes egipcios fueran magos, ya que también hacían falta encargados de administrar
las propiedades del templo, controlar los almacenes, ayudar en los rituales... El sacerdote egipcio era un intermediario que
operaba ceremonias para que los dioses actuaran, mientras que el mago ejerce como representante del dios para que determinados
hechos ocurran, manipulando las energías sobrenaturales del trasmundo.
Dado que los dioses habían dado forma al mundo por medio de la palabra, el mago egipcio debe ser “Justo de Voz”, (Maa Jeru). El perfecto control de su mente y su dicción es esencial. Como recogen las fórmulas que emplea, “realmente no es él quien realiza los gestos y pronuncia las palabras rituales sino el propio dios”.
Las palabras mágicas exigen una pronunciación precisa (salmodiando y/o cantando), para que su vibración interactúe con la
energía que emana del espíritu que encarna el mago y se enfoque hacia el objetivo del rito.
En ocasiones, según la necesidad inmediata, el ritual mágico puede resumirse en una representación visualizada del
concepto, lanzándose mentalmente y siendo acompañado de la voluntad mágica, del gesto y de la voz.
Todas las Casas de la Vida egipcias disponían de bibliotecas donde se archivaban los papiros con los textos sagrados,
muchos de ellos atribuidos a Thot, dios de la magia y la escritura. Se permitía
a los estudiantes consultar, o a los escribas de otros templos copiar, pero estaba prohibido entregar ese conocimiento a personas
no autorizadas. En un papiro de Abydos se cita una prohibición dirigida para los asiáticos, tal vez como cautela contra los
competidores persas, también famosos por su magia.
Algunos sacerdotes estaban especializados en medir el tiempo, para determinar exactamente las horas del día y de la
noche, con el fin de que la liturgia se celebrara en su justo momento, o para controlar la sucesión de las estaciones, tan
importantes en la vida del país.
Magia y medicina eran conceptos indisolubles. Muchos de los tratados médicos que nos han llegado a través de los papiros
rescatados de las tumbas son una colección de fórmulas del tipo de “huya el mal que habita en la sangre”. El médico
encarna, en esta visión mágica del mundo, a un dios, o bien a un aliado de este, para combatir la enfermedad y expulsarla
del cuerpo del paciente mediante órdenes e imprecaciones.
Thot había redactado 42 libros –los cuales posteriormente los griegos llamarían herméticos–, que compendian
toda la sabiduría revelada por los dioses a los egipcios, incluyendo el secreto de la inmortalidad.
La diosa leona Sekhmet es la deidad principal de la medicina. Existía un
sacerdocio especial encargado de transformar en benéfico su gran poder destructivo y reconducirlo hacia la sanación de las
enfermedades.
Los magos oficiales eran sacerdotes formados en una Casa de la Vida y realizaban rituales de iniciación, formando parte
del organigrama civil y religioso del estado, según las funciones y especialidades que cada uno tuviera. En este sentido,
constituían una clase al servicio del gobierno de los dioses, sus ministros en la tierra.
Durante milenios la magia tuvo la capacidad de obrar prodigios, consiguiendo guiar el poder político, económico, militar
y religioso y obteniendo protección contra los enemigos y éxitos de todo tipo.
No obstante, el prestigio de la magia hizo que existiera una fuerte demanda social de este tipo de servicios por parte
de la población general, lo que derivó en la aparición de magos populares (hekay), consultados por los más variados propósitos.
Esta suerte de hechiceros, curanderos o supuestos videntes sin cualificación ni prestigio de los auténticos magos tenía un
significado peyorativo para las personas cultas.
Pero con el tiempo, esta superstición y pseudo-magia (igual que sucede hoy en día en el mundo “democratizado”),
fue ganando espacio en todo este mundo, quedando la verdadera magia (la nacida
del íntimo contacto con el mundo divino), cada vez más y más relegada. En el final, el País del Nilo no era ni la sombra de
lo que un día fue. La bastarda vulgarización de sus divinos secretos acabaría acarreando su definitiva desaparición...
Pasó el tiempo y la magia egipcia fue recuperada por Occidente. Remontando el río de la civilización griega, uno de
los grandes pilares de la cultura europea, acabamos nuevamente en las fuentes ocultas del Nilo. Platón, Pitágoras y la abrumadora mayoría de sabios griegos fueron
iniciados en Egipto, donde la tradición sitúa la iniciación de los grandes taumaturgos y hombres divinos: desde Alejandro Magno hasta Apolonio de Tiana y el propio Cristo. Gracias al hermetismo greco-egipcio transmitido por la figura de Hermes
Trismegisto (la forma que adquirió el dios Thot durante la helenística), se
realizó una síntesis incorporada por la Gnosis y el cristianismo primigenio.
En el siglo IV d.C., Jámblico resumió la tradición mágica egipcia en su libro “De
los misterios de los egipcios”, que sería redescubierto por el humanitarismo italiano bajo el mecenazgo de Cosme de Medici y traducido por Marcilio Ficino en el siglo XV. Desde ese momento, este conocimiento se extendió
rápidamente por toda Europa, constituyendo una de las fuentes fundamentales de la magia erudita del Renacimiento. Todo esto
se produjo en sincretismo con otras corrientes inspiradas en el Hermes Gnóstico que, a lo largo de la Edad Media, también
se había difundido en el continente a través de alquimistas y ocultistas de diverso origen.
La Tradición mágica atlante-hiperbórea tiene un importante referente en Egipto. Cargar amuletos y talismanes, realizar
invocaciones, conjuros, hechizos y encantamiento... Es de destacar en la magia egipcia un conjunto de técnicas mágicas destinadas
a captar espíritus y fijarlos en estatuas. De esta forma, las estatuas devienen
en vivientes, en lo que es una operación de la obra alquímica.
El modelo de la alquimia interior y del rito iniciático –con la muerte y resurección simbólica–, consiguiendo
el acceso a la divinidad...
Las técnicas desarrolladas para inducir la videncia en estados de trance –incluyendo el empleo de espejos mágicos–,
fueron especialmente desarrolladas en el antiguo País del Nilo, como también la ciencia de los números mágicos y las formas
de la geometría sagrada asociadas a los mismos: pentagrama, estrella de siete y ocho brazos, eneagrama...
Este simbolismo incluye la forma sublime de la pirámide como codificación del doce (cifra de los signos zodiacales,
del tiempo cósmico y raíz del círculo de la esfera), que es el resultado de la multiplicación de su base cuadrada por sus
ángulos triangulares.
5- Mitra,
una religión aristocrática
En Occidente, la religiosidad mágico-heroica se ha manifestado en diversos periodos históricos, conformando movimientos
espirituales. Tales religiones son mistéricas y sus prácticas y ritos son secretos y reservados. Aquí destacamos un resumen
de información conocida sobre este tipo de religiosidad solar en el culto de Mitra.
Divinidad de origen ario-iranio, el culto a Mitra se expandió por Europa
gracias a las legiones romanas. Los santuarios de este dios, conocidos con el nombre de mitreos,
consistían originariamente en una caverna natural próxima a una fuente. La dificultad de encontrar estas características en
un ambiente urbano, llevó a los seguidores del dios a construir unos edificios similares a grutas en las que la pared del
fondo, una especie de nicho, iba provista con una imagen ritual habitualmente una pintura o un relieve representando a Mitra matando un toro clavándole el puñal en el flanco; la sangre de la herida se
convierte en tres espigas de grano. A ambos lados del templo, siguiendo las paredes, sendos bancos corridos donde se sentaban
los mystas (mitraístas). En el pasillo central se celebraban las ceremonias culturales.
En algunos mitreos más complejos, como el de Santa Prisca, en Roma, había capillas laterales en las que se celebraban los
ritos de iniciación en los diferentes grados.
El parecido de los cultos cristianos con el culto de Mitra ya fue percibido
por los Padres de la Iglesia, quienes los interpretaron como “imitaciones del diablo”; pero en realidad, son los
sacramentos cristianos préstamos “paganos”, esencialmente de la religión mitraica.
Para iniciarse en el culto del Deus
Invictus era necesario superar una serie de difíciles pruebas, destinadas a purificar al neófito quien, a través de
ellas, se convertía en su propio salvador. Estas pruebas eran conocidas con el nombre de disciplina, y alternaban con el culto recogido en los libros sagrados, custodiados
por los mystagogos, preceptores de los iniciados o mystas. Aquellos que superaban las pruebas eran sometidos a un bautismo
de agua por el que se purificaban los pecados y quedaban preparados para iniciar su nueva vida. Entonces realizaban el juramento
de lealtad y no traición de los misterios, siendo acogidos por la comunidad como hermanos, pues todos eran hijos del Padre.
Los miembros de una comunidad mitráica estaban divididos en siete grados, consagrado cada uno de ellos a un planeta
y correspondiéndoles un atuendo especial.
- el grado inicial es el de Corax, es decir, cuervo, mensajero cuyo símbolo es el caduceo de Mercurio, el mensajero de los dioses;
este grado está vinculado al aire.
- el segundo es Nymphus,
el esposo; los iniciados en este segundo grado se unen en un matrimonio místico con el Padre; su vínculo es el agua.
- el tercer grado es Miles, soldado que entra en la milicia de Mitra. Su equivalente cristiano
sería la “confirmación”, por la que el cristiano se convierte en soldado de Cristo. Al alcanzar el grado de Miles,
el iniciado rechaza una corona ofrecida y reconoce que sólo Mitra es su corona.
- el cuarto grado, el primero de los superiores, es el de Leo, el león, cuyos miembros visten
un largo manto rojo, dada su vinculación con el fuego. Al alcanzar este grado se lleva a cabo una ceremonia en la que las
manos y la lengua del iniciado se untan con miel, símbolo de una nueva purificación. El iniciado presta juramento de mantenerse
libre de toda maldad.
- sigue la carrera del iniciado en el quinto grado, Perses, o persa. Su nombre evidencia el origen iranio del culto.
Su divinidad tutelar es la luna,
- Heliodromus, mensajero del sol, es la denominación del sexto grado. Sus miembros son ya verdaderos dignatarios del culto y representantes de Helios-Sol en la tierra.
- Por último, el grado máximo es el de Pater, padre, representante en la tierra del propio dios. Son
los jefes de las comunidades puesto que son los “padres” de los fieles. Esto pone de manifiesto el carácter familiar
de las cofradías, en las que todos sus miembros eran frates y Mitra un comes, compañero.
El banquete sagrado también se llevaba a cabo en los mitreos. En este los mystas ingerían pan y vino como representación
de la sangre y la carne del toro inmolado por Mitra. A este banquete sólo accedían
los iniciados en los grados superiores. El Pater pronunciaba unas palabras de bendición: “Salvaste a los hombres con el derramamiento de sangre eterna”. La
similitud de la Eucaristía cristiana con este ritual es total. La participación en la comunión permitía a los iniciados el
nacimiento en una nueva vida, es decir, procuraba una resurrección y la existencia eterna, puesto que el toro, mediante el
rito sagrado, es el mismo Mitra.
6- La muerte
de Occidente
En el siglo XVII, cuando Occidente se embarcó en la exploración científica del universo físico contemplándolo como
si fuera materia inerte, se completó un ciclo de alejamiento iniciático. Durante aproximadamente unos seis mil años, las facultades
psíquicas de la humanidad han menguado. Y durante el siglo XVII, en palabras de Trevor
Ravenscroft, “los últimos vestigios de la visión clarividente de la antigüedad
se habían atrofiado, cerrando las puertas de la percepción espiritual”, al mismo tiempo que se abrían a las ciencias
tecnicistas modernas. En ese momento, Occidente quedó espiritualmente a la deriva siendo atraído hacia el materialismo y el
racionalismo de Descartes y los Enciclopedistas dirigidos y financiados por los agentes de la contrainiciación.
Dice Rupert Sheldrake que “la desacralización del mundo natural llegó
a su definitiva conclusión en el siglo XVII. Mediante la revolución mecanicista, el viejo modelo del cosmos vivo fue reemplazado
por la idea del universo como una máquina. Según esta nueva teoría del mundo, la naturaleza ya no tenía vida propia; no tenía
alma, estaba desprovista de toda creatividad y de toda libertad. La Madre Naturaleza no era más que materia inerte, moviéndose
en obediencia indefectible a frías leyes matemáticas”.
Las profecías
pronostican la muerte de la civilización a causa, entre otros motivos, de la tecnología y el materialismo. Occidente muere
desde sus raíces en el corazón de las grandes urbes y el tiempo parece haber formado un bucle de dos mil años, cuyo epicentro
es el eje del monte Meru. Finalmente, los Antiguos maestros parecen haberse ocultado allí para esperar el próximo giro de
la rueda.
7- La raza
de Seth
A lo largo de todos estos capítulos hemos venido haciendo referencias a unos seres no humanos, conocidos como dioses. Ellos son los “Antiguos” y aunque han actuado en diversas ocasiones sobre
el espacio-tiempo, no pertenecen a este mundo.
En la antigüedad el hombre pensaba de forma no lineal en el tiempo. Íntimamente vinculado a la divinidad, participaba
de la intuición creativa y del tiempo de los dioses que está vinculado a los distintos mundos espirituales. El transcurrir
del tiempo terrestre era pues percibido desde la medida impasible de su ser espiritual
Pero con el tiempo, tal y como hemos estamos viendo, ese hombre involucionó, quedando atrapado en la rueda del Samsara.
El mundo espiritual tiene unos guardianes que en diversas ocasiones han actuado sobre el mundo. Estos guardianes invisibles
son seres sobrehumanos que conforman un círculo hermético que ha sobrevivido incorrupto durante los milenios, gracias a su
“inexistencia”. Estos iniciados no se esconden del mundo; son de otro
mundo y la gente vulgar está incapacitada para percibirlos.
Como hemos explicado en otros capítulos, en el Paleolítico existieron dos niveles genéticos y culturales:
-una raza “estelar” de maestros avanzados, de grandes magos
-y una raza telúrica subdesarrollada.
Así es. Se han descubierto calaveras parecidas a las actuales de raza caucásica dolicocéfala, con una gran capacidad
craneal, entre los restos primitivos de épocas tan lejanas como 100.000 años a.C. Existen multitud de datos que permiten afirmar
la existencia en épocas remotas, antes del inicio de cualquiera de las culturas conocidas (babilónica, egipcia...), de una
auténtica civilización que abarcaba todo el planeta
Esta evidencia indica que un pueblo desconocido logró un alto grado de civilización antes de lo que oficialmente se
acepta. Existió un pueblo de grandes magos prehistóricos que eran, tanto intelectualmente como por sus hazañas de magia natural,
insuperables maestros del reino espiritual, pero también maestros de la tecnología del mundo material; introdujeron técnicas
de agricultura, selección animal para la ganadería; fueron astrónomos y constructores de puentes, miles de años antes de la
era Neolítica. Así, una clase dirigente, separada por la raza y el tabú del resto de la humanidad de la Edad de Piedra y que
poseía técnicas espirituales especializadas y técnicas genéticas, así como también ciencias naturales, formó un gobierno centralizado,
“un Círculo Interno” que ha persistido desde la época más distante al presente. En el transcurrir del tiempo,
la humanidad siguió su proceso de involución, perdiéndose el contacto con este Círculo que se ha hecho invisible a los sentidos
físicos y al común de los mortales. Tan sólo unos pocos mantienen el contacto.
Pese a las teorías igualitaristas contemporáneas, parece que no existe periodo en la historia y ninguna cultura tradicional
en la que los Guardianes, los Antiguos, no hayan figurado en un contexto oculto u otro. Estos encarnaron provenientes de una
raza estelar.
Herodoto supo, gracias a los antiguos registros egipcios, que en el XVIII milenio antes de Cristo, las almas de una
raza de seres divinos descendieron a la Tierra desde Orión.
La tradición gnóstica también afirma un origen extraterrestre para los Niños de Seth.
Los gnósticos cristianos afirman que su progenitor Seth, el tercer hijo de Adán
y Eva, era diferente a sus hermanos Caín y Abel, y que disfrutó de una conexión sin trabas con el reino divino y sus habitantes
celestiales. Se presentó entre nosotros, viniendo como un mensajero de luz, un redentor, desde un mundo más allá de nuestro
mundo imperfecto. Los descendientes de Seth, dice el Evangelio de los Egipcios
apócrifo recientemente encontrado entre los manuscritos del Mar Muerto, son “la
raza inmortal que vino de los tres mundos (anteriores)”.
En la tradición egipcia antigua, Seth es un dios del cielo, uno de los
doce dioses y diosas del panteón egipcio y hermano de Osiris, el dios principal
egipcio a quien mató y desmembró. Por esa razón Seth, figura en la mitología popular
del Egipto Antiguo como una fuerza perversa. No obstante deberíamos entender que la muerte de Osiris por Seth se refiere en la iniciación egipcia a la muerte que
experimenta el iniciado para poder resucitar como hombre nuevo. Seth es la figura
más misteriosa de la mitología egipcia, el alter ego de Osiris. Seth es el portador de cultura, a la vez que es el que viene a destruir aquello que ya está caduco para poder
sembrar nuevas semillas. Seth es el duro e implacable, “cruel” maestro-chamán,
el hermano oscuro de Osiris que guía al neófito por los mundos del más allá.
Seth, la raza de Seth, es la raza de dioses y semidioses que inician en los
misterios egipcios. Ellos trajeron en el origen de los tiempos el conocimiento y la iniciación que ayuda al hombre a elevarse
por encima de la faz de la tierra.
Aquí entendemos el efecto de la vulgarización de los misterios. El judío incorporó a Seth en su propia mitología, otorgándole el pedigrí adámico e identificándolo con los ángeles caídos rebeldes
cuya historia se contiene en los apócrifos libros de Enoc judíos y en los Jubileos. Éstos cuentan cómo Azazel, el Jefe de
los Hijos de Dios, cayó desde el cielo con su hueste angélica debido a su desobediencia del “Altísimo”. Los ángeles
caídos se casaron con seres humanos, y así se convirtieron en los padres de una raza superior en conocimientos y habilidades
mágicas.
Los esenios de Palestina creían que sus progenitores espirituales, los
ángeles caídos, les habían transmitido sus maravillosas facultades sanadoras. De hecho, la palabra griega Essenoi está relacionada
con la palabra Hasaya del arameo, que significa “piadoso” y con Asa, “él sanó” y por lo tanto tiene
relación con el nombre del ángel caído Asael o Azazel (que significa sanador o visionario de Dios, una descripción peculiarmente
acertada de los doctos disidentes esenios de la época de Cristo).
Los posteriores gnósticos de Nag Hammadi también situaron en este contexto su tradición acerca de Seth, representándolo como un Hijo de Dios que vino voluntariamente de los mundos del cielo y fue el padre de
una raza de gran sabiduría sobre la Tierra. Ellos también creyeron que era un ser de luz y no de obscuridad. El sacerdocio
judío, notable por su tergiversada interpretación de los mitos de los pueblos circundantes, consideró a los Hijos de Dios
unos atroces réprobos, pero Seth más bien es como lo ven los gnósticos, el equivalente
al Bodhisattva, un Portador de Luz enviado a la Tierra para ayudar a la humanidad a liberarse.
Las implicaciones jerárquicas en la tradición de Seth han repugnado a la
mente moderna, temerosa ante cualquier forma de verdadero elitismo, tanto como lo repugna el sacerdocio judío. Todavía más
inaceptable sería en la actualidad pensar sobre el abismo que existe entre las razas humanas. Y aún más, sobre el abismo entre
la raza superior y lo que queda sobre la superficie de este planeta.
Los Niños de Seth han nacido al mundo con un patrimonio de conocimientos
y poder innatos acreditados por su pertenencia a otra raza. Ellos son los Antiguos, ya iluminados y con acceso a facultades
psicoespirituales que pertenecen a un mundo distinto, a un tiempo diferente al nuestro y que les confiere el derecho y la
obligación de gobernar.
Los Niños de Seth tenían la reputación de ser unos grandes astrónomos,
lo que nos recuerda a Pitágoras, el maestro iniciado en los Misterios Solares
de Egipto, quien tenía unos conocimientos astronómicos sorprendentes. Aunque vivió 700 años antes, fue más explícito que los
gnósticos al referirse al origen extraterrestre de los dioses. Respecto al alma, Pitágoras
afirma que “emana de un orden espiritual invariable y más elevado, así como
también de la evolución anterior, de un sistema solar extinto y ha habitado muchos otros sistemas solares parecidos”.
El destino del hombre ha de ser elevarse por encima de él mismo, más allá de la luna, más allá de las órbitas de los planetas
más lejanos, más allá de este sol y de las estrellas, para volver al mundo que es el auténtico hogar y que permanece lejos
de este sistema solar, en las profundidades del universo.
En Sumer, Anu era el dios de los cielos. Los Annunaki sumerios son la misma
raza celeste que la tradición egipcia identifica como la raza de Seth.
Esta raza de dioses vive más allá de este mundo caído y aunque su efecto sobre la tierra apenas se deje sentir, hay
quienes consiguen percibirles. Estos son los últimos iniciados, los últimos pontífices entre este mundo y el mundo de los
dioses. Los últimos bastiones del mundo del espíritu en este mundo dominado hipnóticamente por un demonio.
En 1945 se cerró un ciclo de la humanidad en el que muchos héroes consiguieron salir y liberarse de las cadenas del
ciclo demiúrgico. Sobre la superficie torturada de este planeta quedan los últimos peregrinos, como resto del naufragio de
aquel mundo antiguo.
En el final de los tiempos mortales, los héroes inmortales regresarán a la tierra para continuar combatiendo con el
Führer, hasta que la naturaleza de este mundo sea transmutada.
8- La cueva
de la iniciación
Resulta fácil imaginarse cómo la caverna, en la antigüedad era el centro de cultos a través de los cuales los fieles
entraban en contacto con las fuerzas de lo oculto, gracias al recogimiento y la desconexión total que ese mundo “intraterrestre”
ofrece con respecto al mundo exterior. La caverna es pues un lugar que, por estar desconectado del bullicio del mundo, ayuda
al hombre a aislarse del mundo del devenir y alcanzar el “estado del no-nacimiento”.
Desde un punto de vista onírico, un camino que transcurre entre cavernas oscuras, nos habla de la búsqueda del sentido
de la existencia. La caverna nos revela la profundidad del mundo del subconsciente, al cual accedemos al penetrar en su oscuro
silencio.
Las cuevas de iniciación tienen dos aberturas, una de las cuales es para el discípulo y la otra para el iniciador.
Cuando el discípulo alcanza el grado necesario, sale por la apertura del iniciador, transfigurado en un Hombre Nuevo.
La caverna adquiere
el papel de un útero materno sagrado, el cual ayudará al adepto a transformarse para, de esta manera, conseguir
1- la muerte iniciática,
2- la regeneración y
3- el nuevo nacimiento al mundo del espíritu.
En la caverna, el adepto encuentra silencio, oscuridad, ausencia de estímulos exteriores, lo cual le ayuda a conocerse
a sí mismo, conocer su subconsciente, sus pensamientos y sus sentidos más ignorados. Recogido en ella, con perseverancia y
con la adecuada iniciación, consigue destruir su vieja personalidad, transcendiendo el mundo sensible y aparente. Entonces,
de esa “noche más oscura”, el adepto llega a descubrir su naturaleza
más profunda, su verdadera naturaleza, su “yo mismo”. Culminada su muerte iniciática, empieza a percibir el mundo
del espíritu, naciendo a la vida verdadera, como iniciado.
Todo este trabajo viene supervisado por rigurosos instructores y sólo tras un esforzado trabajo y una demostrada capacitación,
el adepto accede a pasar por la prueba de la caverna de la iniciación. Estos trabajos completados por los ritos de iniciación
consiguen una transmutación de la percepción del mundo, alcanzando así una consciencia superior, la cual no depende ya de
los condicionamientos mundanos ni humanos: una muerte iniciática y un renacimiento como ser superior, como Hombre Nuevo.
En la Edad Media europea, encontramos la caverna en las leyendas sobre grandes reyes, como por ejemplo Federico Barbaroja. En esta se indica claramente, al igual que en otras narraciones similares, que el rey está
vivo y que solamente yace dormido en la cueva de una montaña, esperando volver a la vida para el combate final entre el Bien
y el Mal.
En Ussat-les-Bains, localidad situada en el departamento del Ariège, en el sur de Francia, en un centro termal, se
halla la célebre cueva de Lombibres. En esta cueva, Otto Rahn, enviado por el
Tercer Reich, buscó afanosamente el Graal, o el Grial. El lugar fue setecientos años antes refugio de cátaros que huían de
los ejércitos de Simón de Monfort, con ocasión de la Cruzada católica contra los albigenses. Esta comarca del Sabarthès, tiene
muchas cuevas, algunas de las cuales son consideradas centros de iniciación de los cátaros.
Desde la más lejana antigüedad, el hombre, algunos hombres, han buscado trascender su naturaleza mortal. Ello ha llevado
a algunos a emprender las más impresionantes páginas de la historia de la humanidad. Recordamos aquí a Alejandro Magno, reconocido por el antiguo Egipto como hijo de Zeus-Amón. Napoleón,
a medio camino entre el mito y la realidad, en su campaña en Egipto, pasó una noche en la cámara de la Gran Pirámide de Keops (equivalente sagrado de la cueva de la iniciación),
en Gizeh. Al salir de la pirámide, las crónicas dicen que apareció profundamente impresionado y que su carácter había cambiado.
9- Externsteine
y Wewelsburg en Westfalia
En Westfalia, Alemania, hallamos el castillo de Wewelsburg. La SS lo adquirió y pasó a ser el castillo mágico por excelencia, el Castillo
del Grial (Gral). Es en esa región de Westfalia donde Hermann el Cherusker, Arminius para los romanos, derrotó a las legiones
de Quintilio Varo, en la batalla del bosque de Teutoburger. Y es allí, sobre todo, donde se encuentran las antiquísimas construcciones
megalíticas del Externsteine. Allí está, en la eternidad, el Irmisul (árbol donde
fuera crucificado Wotan) que Carlomagno destruyera, y el bosque de robles sagrados.
Carlomagno traicionó a la Monarquía Merovingia germánica.
No obstante, los sajones eran ya descendientes muy involucionados de los divinos hiperbóreos.
Sus sagas y leyendas recordaban tiempos mejores. Sólo una raza de gigantes pudo erigir en esa planicie y en medio de un robledal
sagrado (Teutoburger), el signo tremendo de Externsteine. Fueron los mismos hiperbóreos quienes lo levantaron ahí, “como
imperecedero monumento a la religiosidad extrahumana, en oposición a los pueblos pertenecientes a la evolución del animal-hombre,
los meramente terrestres, que enterraban a sus muertos, para que la tierra del Kali-Yuga usara sus cuerpos como abono en una
alquimia de transformaciones y metamorfosis maternas, agrícolas. Los devorados por la luna, los lunares, los robots”,
dice Miguel Serrano.
El bosque de Teutoburger, donde los sajones luchan a muerte en defensa de sus santuarios, comandados por Hermann el
Cherusker (Cheruscos, en español), es una de las zonas más sagradas de Alemania. Cruzando este bosque sagrado alcanzamos Externsteine, un lugar donde se practicaba el culto del más antiguo Mitra. Los Externsteine es lugar donde, desde siempre se han celebrado
ritos e iniciaciones hiperbóreas, tanto de iniciación como de ritos estacionales y solsticiales. Los sacerdotes y sacerdotisas
arios son los sabios ejecutantes de un rito oculto. En esta iniciación no existe diferencia entre guerrero y sacerdote. En
la cima del Externsteine existe un orificio circular, perfectamente trabajado
en la roca, por donde los primeros rayos del sol matutino penetran, transmutando la circunferencia en otro sol.
Externsteine no ha podido ser realizado por mano humana: es obra de Titanes. No es una escultura, sino que la piedra ha sido conformada
como por un golpe: es la plasmación de una idea. En la parte posterior de una de las columnas de rocas del Externsteine se halla en piedra la figura de una cierva. También podemos asombrarnos contemplando las grandes
cabezas de guerreros formadas en sus cimas, por la proyección de la mente sobre el plasma cósmico y terrestre. Un guerrero
con casco vigila la entrada. Pero lo más destacable es el Dios crucificado, que aparece en la cuarta roca. Como aprisionado
por la roca, entre dos bloques enormes, se forma la imagen del Crucificado en el Irmisul:
un gigante con la cabeza inclinada sobre el hombro y los brazos abiertos en cruz. Es Odín-Wotan
colgado del Árbol del Espanto, el Iggdrasil (un Irmisul). En su costado izquierdo aparece la herida. Es Wotan-Cristo, el Cristo Hiperbóreo. El Cristo guerrero que combate contra el demiurgo Jehová. En lo alto del santuario aparece una roca móvil, que se
balancea sin caerse jamás. El interior del santuario es el lugar donde se halla el Templo de la Iniciación. También hay una
tumba; “es un lecho de piedra –dice Miguel Serrano– para la segunda muerte, la de la Resurección del
Ario, en la Muerte Iniciática”.
En la cima de Externsteine está el observatorio del Sol, con el orificio
circular citado anteriormente. Abajo está la Cueva de la Iniciación y la gran
tumba de piedra destinada a la segunda muerte de la iniciación aria: No es una tumba para muertos.
Cerca de Externsteine está Wewelsburg,
el Templo de Iniciación SS. Desde la lejanía se divisa su estructura triangular.
Theodor von Fuerstenberg, en el siglo XVII reconstruyó el castillo. En el “Annalista Saxo”, crónica del siglo
XII, se dice que el Graf Friedrich von Arnsberg puso la primera piedra del Castillo de Wewelsburg en 1123, sobre las ruinas
de una antigua fortaleza sajona del año 930, construida tal vez por el Rey Heindrich I. De hecho, Theodor von Fuerstenberg
sólo añadió una torre a las otras dos preexistentes en el castillo. La clave del castillo se halla en la Torre Norte. El resto
del castillo se destinaba a la vida diaria de los alumnos de la escuela SS, con
su Biblioteca de cuarenta mil volúmenes, dormitorios, comedores con sus objetos de cerámica tradicional y con runas grabadas,
especialmente la Runa SIEG y la Runa HAGAL, junto con la Esvástica Levógira.
En el subterráneo de la torre norte de Wewelsburg, bajo la sala principal
del castillo, se halla una bóveda donde se celebraban rituales SS. Este recinto
subterráneo tiene una acústica musical que transforma en música todo sonido proveniente del exterior. En el centro de la cripta,
en el suelo, aparece un círculo donde se celebraban las ceremonias. Doce pequeños pilares de piedra, como rombos, siguen el
círculo del muro. Detrás de ellos debieron existir emblemas y símbolos desconocidos. En el techo de la bóveda aparece la Esvástica
Levógira, tallada en la piedra, combinando con la runa Sieg, el emblema SS. En
el centro del suelo de la bóveda subterránea hay un espacio ahuecado circular donde se encendía el fuego, o donde el Supremo
Sacerdote-Guerrero de la Orden Negra recitaba los mantras rúnicos. “Ese recinto
cargado de resonancias mágicas”, -dice Miguel Serrano-, “hacía que el Runenlauteren, se transmitiera hasta
el Sol Negro y, a través de este, hasta el Rayo Verde, donde residen los más excelsos Guías del Hitlerismo Esotérico (...)
En este castillo se dio la iniciación a unos pocos elegidos, para conseguir la aparición del Sonnenmench, del Hombre-Sol,
del Superhombre”.
En el primer piso de la torre norte, sobre el subterráneo, encontramos un salón también circular, con doce columnas
unidas por arcos y con doce ventanas detrás de cada columna. El suelo es de mármol, con el dibujo de una Esvástica Levógira
en el centro, combinada con la Runa Sieg. Ahí se ubicaría una mesa de mármol o de piedra redonda para recibir a doce caballeros SS. en un extremo, sobre el
dintel de una puerta, sostenida con fuertes cadenas, pende una enorme piedra de forma semicuadrada. Nada hay grabado en ella.
La SS planeaba edificar cinco pisos en total en la Torre Norte –el
número hiperbóreo–. Arriba, subiendo unas escaleras angostas, se hallaría un pequeño recinto con un sitial, donde vendría
a sentarse el Führer. En torno a Wewelsburg,
se planeaba la construcción de toda una Ciudad Sacra, tal y como ya hemos explicado en el capítulo referente a la SS.
Por encima de los más altos dirigentes conocidos, sobre el mismo Himmler,
existieron unos guías desconocidos que no usaban uniforme, que nunca se dejaban ver y que no aparecían en público. Evitaban
todo protagonismo público, pero estaban sobre todos los demás y únicamente en las ceremonias más secretas, llevadas a cabo
en la bóveda subterránea, o sea, en torno a la Tabla Redonda, aparecían, aún sin mostrar sus rostros. Ni Himmler les conocía: eran los Directores Desconocidos. Tal y como
sucediera con los templarios, no fueron hechos prisioneros ni murieron en la guerra. Desaparecieron misteriosamente y nadie
ha sabido nunca quiénes fueron ni a dónde partieron.
10- El misterio
de la alquimia
Ya en capítulos anteriores, como la Vía del Diamante en el yoga tántrico, nos hemos referido a la cuestión de la magia
sexual. Durante mucho tiempo, en el Occidente judeo-cristiano, este tipo de magia fue estigmatizada socialmente como adoradora
del diablo, si bien hemos explicado cómo tiene su origen en misterios y ritos muy anteriores al judeo-cristianismo.
Entre los verdaderos rosacruces, hermetistas y pitagóricos occidentales –como entre los taoístas– coexistieron
siempre dos vías alquímicas:
- la vía externa,
cuyo objetivo es obtener la Piedra al Rojo
Filosofal y transmutatoria, y
- la vía interna,
cuyo fin es la creación del Cuerpo de Gloria
o de Resurrección tangible, un Cuerpo
de Conciencia Coagulada que permite al Iniciado “ascender al Cielo” estando vivo y le da así la certidumbre
de la inmortalidad.
El trabajo de la vía externa no
es un fin en sí mismo, sino una etapa en la vía
interna en la práctica transmutatoria. Esta práctica produce estados superiores de consciencia y abre al practicante
la vivencia del “aquí y ahora”.
Volvemos a señalar que para avanzar por este camino es preciso una firme voluntad que sea lo suficientemente fuerte
como para conseguir liberarse de la sumisión a los deseos y los instintos animales. Estos son los grandes devoradores de las
sustancias psíquicas sutiles. El alquimista ha de dominar el proceso creador de estas sustancias psíquicas sutiles para conseguir
transmutarlas. De esta manera puede crear el Cuerpo
Crístico o Solar.
Es el propio Ángel Guardián (el Hermes interior) quien enseña al hombre los secretos de la alquimia. De la unión de
este Hermes celeste con la Mujer-naturaleza-terrestre nace el Titán o el Héroe: el llamado a superar la naturaleza caída.
Se manifiesta en un Cuerpo de Luz trascendente, escapando a la fatalidad, a la esclavitud, a la ilusión y a la identificación
con las cosas mundanas...
Hermann de Cillei, miembro de la Orden del Dragón, resume el proceso y
la finalidad del iniciado en esta vía:
“Vuestro cuerpo inmortal existe ya. Haced crecer esta otra realidad
en vosotros, dejaros poseer por ella. Sed aquel que no duerme nunca, que no sucumbe a los automatismos, aquel que no se olvida
ni un segundo, un hombre triunfador sobre la muerte. Vuestro cuerpo os seguirá. ¿Cómo podría sufrir la descomposición?...
Es la falta de vitalidad, de voluntad, lo que hace que el cuerpo se disuelva en polvo... Es necesario actuar sobre el doble, hacerlo autónomo, forzarle a salir del cuerpo, a errar en el plano astral, enseñarle a vivir sin depender
del cuerpo y de sus hábitos. Cuando el doble está perfectamente amaestrado, entonces la conciencia puede dejar el cuerpo y
venir a habitar este doble...”
Este proceso de divinización viene a reconstruir el puente que permite reencontrar el camino de retorno a la Hiperbórea
extraterrestre donde moran los dioses inmortales y los héroes. En este proceso, tras una dura iniciación, el iniciado ha de
afrontar y superar la “prueba del vacío”. Sólo el caballero puro lo conseguirá. Para ello, habrá de alcanzar la
puerta de Venus, la Estrella de la Mañana, y salir por ella, hacia el Sol Negro. Este Sol Negro es la prueba del vacío absoluto, la muerte
mística que lleva al iniciado hacia la inexistencia del Rayo Verde, donde, en
palabras de Miguel Serrano, “moran
los Maestros de mi Maestro y los más altos Guías del Hitlerismo Esotérico”.
En la inexistencia del Rayo Verde, el cual es más real que todo cuanto
existe sobre este mundo, es donde se vienen a realizar todos los sueños imposibles. Ahí es donde el iniciado resucita a la
amada transmutándose en un cuerpo de Vraja inmortal.