Ignacio Ondargáin
NACIONALSOCIALISMO. Historia y Mitos
Capítulo XX
LOS NAZIS Y LA GNOSIS
1- La caída del mundo antiguo
2- Los vimanas y el contacto con los dioses
3- El Origen de la gnosis
4- Los hijos de los dioses
5- Los nazis y la gnosis
1- La caída del mundo antiguo
El inicio de la guerra de los mundos de la cual el hundimiento
de la Atlántida no fue sino su última batalla apocalíptica,
se dio en edades tan remotas que se hallan más allá de los límites y de la comprensión del tiempo actual.
Antes de que todo empezara sucedió que a través de la ventana
de Venus los divinos llegaron al universo del Demiurgo. A consecuencia de esta situación, resultó el estallido de un terrible
conflicto entre el espíritu divino hiperbóreo y el mundo, ya que sus naturalezas son antagónicas. De resultas de aquél primigenio
combate, hubieron espíritus hiperbóreos que quedaron atrapados en el mundo de Jehová. ¿Por qué los guerreros hiperbóreos decidieron
“caer” en el mundo de muerte de Jehová?. Los guerreros hiperbóreos han venido a esta realidad ilusoria (la Creación de Jehová) a luchar por la Vida y liberar al mundo de la Muerte. Se
hace por ello siempre preciso renovar fuerzas y ayudar a los camaradas que aún se hallan sometidos a la ilusión de Maya y
su entramado laberíntico.
Situémonos ahora en tiempos del cataclismo que supuso el final
de la civilización atlante: tras una serie de guerras la Atlántida
fue fatalmente destruida por una catástrofe planetaria en la que se utilizó armamento de terrible poder destructivo.
Aquella humanidad era una civilización planetaria en la que se
dio una escisión entre dos bandos enfrentados cuyos principios se fundamentan en el espíritu hiperbóreo los unos y en el mundo
de la materia los otros; no fue un enfrentamiento entre simples mortales sino una guerra entre mundos antagónicos e irreconciliables
en la que entraron en juego elementos esenciales, realidades paralelas, dioses, deidades y toda suerte de seres espirituales,
astrales y de otros mundos. La guerra se inició en el cielo y finalmente, acabó
descendiendo y alcanzando la superficie de la tierra misma involucrando a la humanidad en una guerra de los mundos en la que
fueron empleadas armas poderosísimas que, como decimos, produjeron una destrucción casi total de la vida sobre el planeta.
Como consecuencia del uso de armas nucleares, biológicas y otras,
quedó un paisaje dantesco de ruinas humeantes sumido en el caos, la enfermedad y las degeneraciones genéticas. Multitud de
especies animales y vegetales desaparecieron y todo el planeta estaba envenenado por la radioactividad y otros agentes perniciosos.
A lo largo del mundo los pocos supervivientes humanos del cataclismo planetario se refugiaron en cuevas.
Por su parte los divinos construyeron por diversas partes de la
tierra toda una red de miles y miles de kilómetros de túneles subterráneos comunicados entre sí y que conducen a un reino
subterráneo conocido con el nombre de Agartha. También edificaron ciudades y fortificaciones
en las cumbres y altiplanicies más elevadas de la tierra donde los efectos de la radioactividad y otras secuelas de la guerra
eran menores. Eran estos centros iniciáticos donde los divinos hiperbóreos mantuvieron el contacto ayudando al hombre en el
proceso de divinización. Otros divinos partieron en sus vimanas hacia otros planetas y hacia Venus, planeta cuya rotación
tiene sentido retrógrado, es decir, inverso al resto de los planetas. En la ciudadela megalítica de Tiahuanaco, en el altiplano boliviano, su Puerta del Sol tiene tallado en piedra un calendario venusino.
Pasaba el tiempo tras el cataclismo atlante y poco a poco, la
vida en la tierra fue adaptándose a la nueva realidad, poblándose esta de inmensos bosques, selvas, sabanas, desiertos, oasis...
donde la sombra de los animales y las criaturas salvajes de la tierra acecha arrastrada por la necesidad mortal de devorarse
unas a otras en la lucha por el alimento y la supervivencia.
Como decimos, en ese tiempo los hombres vivían en cuevas y las
mutaciones genéticas y degenerativas provocaban terribles enfermedades y malformaciones. Sobre la tierra el mundo divino había
sido desterrado y el humano común así como toda la “Creación”, actuaba según el programa informático-biológico
y anímico del logos-razón de Jehová. En este estado de cosas el humano superviviente del cataclismo planetario involucionaba
hacia estados cada vez más degradados.
Pero, como hemos visto, no toda la tierra estaba sometida al reinado
de Jehová y a su “programa informático”, sino que en unos lugares los dioses habían edificado ciudadelas y centros
chamánicos de alta magia sobrenatural donde algunos iniciados continuaban en el trabajo por transmutar su naturaleza mortal
en divina.
2- Los vimanas y el contacto con los dioses
Como memoria de la presencia histórica de los dioses en el mundo,
nos han quedado algunos relatos fantásticos recogidos por sagas y tradiciones antiguas. Veamos brevemente algunos de estos
textos referentes a los vimanas de la antigua India aria y a otras tradiciones
a lo largo del mundo.
Los vimanas eran una
variante mecánica de un artefacto que “imita el vuelo de las aves”. La palabra vimana aparece como sinónimo de máquina voladora en el Yajurveda, en el Mahabharata, en el Bhagavata Purana y
en la literatura clásica de otros relatos de la antigua India. La palabra yantra, significa “aparato mecánico”
y también es frecuente en la literatura sánscrita. Recordamos que el sánscrito es la lengua raíz de los idiomas indo-arios.
Por lo menos 20 pasajes de los Vedas (libros sagrados indo-arios
escritos en sánscrito antiguo y que constituyen la más antigua literatura religiosa de la India) hacen referencia a artefactos voladores, sobre todo en su parte de himnos (Rigveda).
En uno de estos, precisamente, encontramos un pasaje que describe
un ingenio volador descrito como de tres pisos, triangular y provisto de tres ruedas, con capacidad para tres pasajeros. Este
artilugio está construido con tres metales: oro, plata y hierro, y dispone de tres alas. Su velocidad es tan rápida como el
pensamiento y puede moverse por tierra, mar y aire. Con ayuda de esta máquina, los asvins salvaron al rey Bhujyu, que había
naufragado. El Matyasastra de Bharata narra que no sólo los dioses sino que también otros seres sobrehumanos emplean tales
artefactos.
Algunos párrafos del Rigveda son reveladores:
“Ellos enganchan
a su carro dos brillantes corceles, portadores de hombres...”
“Añi, el adorado,
conduce aquí a los dioses en un carro que vuela con movimientos ágiles”.
En el Mahabharata se contempla un crucero que conduce a Arjuna hasta los cielos de Indra:
“Cuando se hubieron
ido los centinelas de los mundos, deseó Arjuna, el azote de sus enemigos, que descendiera hasta él el celeste carro de Indra.
De pronto llegó con Matalis el carro envuelto en resplandor, ahuyentando las tinieblas del aire y alumbrando las nubes en
derredor. Los horizontes llenó con su estruendo, semejante al del trueno, como un espejismo mágico en el firmamento, maravilloso
de ver, en verdad. Él subió al carro en seguida, resplandeciente como el dueño
del día. En seguida partió con su hechura mágica, con el carro semejante al sol, celestial; así subió con júbilo el blanco
hijo del linaje de Kuru. Y cuando se acercó a la región invisible para los humanos que caminan sobre la tierra, vio carros
celestes a miles, bellísimos. Allá no alumbra el sol, ni tampoco la luna, ni brilla fuego alguno, sino que alumbra con su
propio resplandor, con su energía magnífica, lo que abajo en la tierra se aparece en figura de estrellas luminarias que la
distancia hace semejar lámparas y son cuerpos enormes”.
El mecanismo de los vimanas
está descrito detalladamente en diversas obras como en el Vaimanika Sastra de Bharadvaja, en el Samaranganastradhara y
el Yuktikalparatu de Bhoja.
El Vaimanika Sastra es una colección de apuntes cuyo núcleo procede
del sabio Bharadvaja y se remontan al siglo IV d.C, procedentes de tradiciones antiguas. Describe el tamaño y las principales
piezas de los diversos artefactos voladores, cómo se gobernaban, qué particularidades había que tener en cuenta en los vuelos
prolongados, cómo proteger el aparato ante fuertes tormentas y rayos, cómo efectuar un aterrizaje forzoso y cómo cambiar la
fuerza propulsora por energía solar cuando escasea el combustible.
Habían vimanas redondos
o circulares, de forma cónica, triangulares, con forma de cohete y también los había con forma de ave. Habían que tenían tres
pisos. Algunos eran brillantes.
Hallamos igualmente relatos de contactos con naves extraterrestres
en otras civilizaciones americanas, en Sumeria, en el antiguo Egipto, la antigua China, en Palestina y en innumerables regiones
del mundo.
Los relatos sumerios nos sitúan ante el escenario de guerras prehistóricas
que acabaron destruyendo a la humanidad en los días antiguos. Sus textos, difíciles de interpretar, tratan de que hace 450.000
años los Nefilin (pueblo de los cohetes ígneos) aterrizaron en la tierra. Esta civilización habría dado lugar a diferentes
razas mixtas sobre la base de una modificación genética para el trabajo.
Dentro de la tradición sumeria, Gilgamesh, gobernante de Uruk,
es un héroe que albergaba la esperanza de vencer a la muerte. Ya la tradición de su pueblo habla de un antepasado suyo, Utnapishtin
–el héroe del diluvio–, que había escapado de la muerte alcanzando la Morada Celestial junto a su esposa. Gilgamesh nos sitúa ante la tradición heroica del hombre
caído que lucha por conquistar la inmortalidad. Todo su relato trata de este eterno ideal en que el hombre sueña con lo “imposible”
y con alcanzar el mundo de los dioses.
Situándonos ahora en la ciudad solar de Tiahuanaco, en el altiplano andino de la actual Bolivia, afirma la leyenda que antiguamente llegó a la ciudadela
una mujer llamada Oriana (Ariana). Su misión era dar origen a una raza humana.
Característica es que Oriana sólo tenía cuatro dedos y que en diversas pinturas
de Tiahuanaco se distinguen seres de cuatro dedos. Tras dejar una numerosa descendencia de setenta hijos, Oriana volvió al espacio, de donde había llegado en una nave dorada.
Vemos en todos estos relatos y mitos de la antigüedad cómo los
dioses dejaron en la tierra su semilla en una estirpe semidivina y que volvieron al cielo, pero que nunca abandonaron a sus
hijos sino que siempre han mantenido vivo el contacto con los suyos.
3- El Origen de la Gnosis
La “memoria de la sangre” de los hijos de los dioses
ha sido la que ha preservado el recuerdo y hasta el vínculo con los divinos a lo largo del tiempo mortal del mundo. Este recuerdo
y este vínculo ha dado lugar en la historia humana a las diversas tradiciones sustentadas en el conocimiento de los divinos
hiperbóreos. Es de esta vena hiperbórea de donde con el tiempo surge la gnosis.
Las fuentes temporales de la gnosis histórica los encontramos
principalmente en:
-la India
(Upanisads, tantrismo),
-Egipto, con la generación múltiple de los dioses,
-Sumeria – Babilonia, con su mito del descenso y ascenso
de los espíritus a través de la escalera celeste,
-Irán, con su “salvador salvado” y sus cultos mistéricos
de Mithra.
-la mitología nórdica y el misterio de las runas y la crucifixión
de Wotan.
Así mismo, podemos hallar retazos de esta gnosis en el conocimiento
antiguo de mayas, toltecas y otros imperios americanos así como en lugares remotos del mundo que aún guardan memoria de los
días antiguos.
Como decimos, existe una Gnosis Esencial que proviene del mundo
de los dioses, que es anterior a la actual historia de la humanidad y que es la
Fuente de la cual surge toda gnosis verdadera. El Origen de esta Gnosis Esencial proviene del mundo divino
de los dioses hiperbóreos.
Ya durante el Imperio de Roma, el gnosticismo histórico se conformó
y entrelazó con el neoplatonismo y el estoicismo. Hubo así mismo un judeo-cristianismo heterodoxo (grupo de las Seudoclementinas)
etc. La gnosis histórica surgió simultáneamente en diversos lugares de Oriente (Asia menor, Palestina, Alejandría) ya en el
periodo apostólico judeo-cristiano. Estos primeros gnósticos eran descendientes de diversas filosofías y religiones antiguas,
y los controvertistas cristianos los designaron con el nombre genérico de “ofitas” (de la serpiente). Entre estos
podemos hallar varias sectas: naasenos, peratas, setianos, cainitas, arcónticos, severianos, barbelognósticos, justinianos,
nicolaitas, docetas, etc.
El principal centro gnóstico fue Alejandría, desde donde las doctrinas
se difundieron a Roma. Hubieron diversos maestros: Basílides, Carpócrates, Valentín, Marción, Tolomeo... El gnosticismo fue
organizándose como Iglesia pero finalmente fue destruido por el judeo-cristianismo triunfante, habiendo de refugiarse más
allá de las fronteras del Imperio Romano (Alto Egipto, Irán...).
La gnosis explica cómo
“no es el bautismo
lo que libera, sino el conocimiento de estas cosas:
quiénes éramos;
qué hemos llegado a ser;
dónde estábamos;
a dónde hemos sido arrojados;
a dónde nos apresuramos
a ir;
de dónde seremos rescatados;
qué es la generación;
qué es la regeneración”
(Excerpta ex Theodoto, 78, 2)
El mundo, entiende la gnosis, no es la patria del hombre: este
ha sido arrojado o ha caído en él. La verdadera entidad del hombre es de otro mundo, debe buscar el regreso al estado primero.
El tema es arcaico y aparece ya en el chamanismo y el orfismo primitivo: “dirás
a los guardianes: soy un hijo de la tierra y del cielo estrellado”. (Tabla de Peteila).
El gnosticismo entiende que el Dios Verdadero es absolutamente
trascendente; es el Innominado.
Por su parte, los gnósticos dicen que el Demiurgo-Jehová es una
deidad inferior. Este Demiurgo es denominado a veces Ialdabaot y se identifica como decimos con el “Dios” del
Antiguo Testamento de la “biblia judía”. Él crea el cuerpo del hombre a imagen de un modelo superior encerrando
en él una chispa de la luz eterna, un espíritu. Aquí nos situamos ante el principio liberador que ha de afrontar el iniciado:
la perfecta Gnosis consiste en identificar y liberar en la práctica esta partícula de luz.
La redención consiste en la revelación divina por Lucifer de la naturaleza trascendente del espíritu. La mayoría de los gnósticos cristianos reconocen a Cristo Lucifer, aunque no admiten ni su encarnación ni su pasión. Entre los fenómenos posteriores relacionados
con la Gnosis encontramos al maniquieísmo, el mandeísmo,
el sabeísmo, la alquimia y el catarismo.
4- Los hijos de los dioses
En los mismos límites del tiempo, cuando empezó la historia actual
del mundo, podemos llegar a sentir los ecos y recuerdos de una época extraña en la que el mundo fue sacudido por terribles
guerras apocalípticas. Toda la historia del mundo desde entonces se escribe sobre el trasfondo de una misma guerra esencial.
En esta confrontación hallamos a dos bandos esencialmente antagónicos, si bien el contexto en el tiempo y la coyuntura de
cada enfrentamiento histórico es diferente o variada según cada caso.
El judaísmo es, al igual que su engendro, la masonería moderna,
un agente creado por el Demiurgo Jehová para garantizarse su sustento, sostener “Su Creación” y consumar su “Plan
mesiánico”. Jehová ha tenido a lo largo del tiempo numerosos servidores, cual fueron aquellos sacerdotes sacrificadores
de la antigua Cartago; los druidas; el judeo-cristianismo; los templarios; la masonería; el iluminismo; el liberalismo; el
marxismo; el democratismo-capitalista... A lo largo de la historia de la humanidad
han habido diversos cultos y agentes que han servido estratégicamente a los planes y los objetivos de Jehová. Este actúa midiendo
bien su tiempo ya que el tiempo del mundo le favorece.
Al conocer la
Gnosis, hemos ido siendo direccionados hacia los antiguos dioses de la antigüedad, bien sean indo-arios,
germánicos, escandinavos, íberos, egipcios... la verdadera Gnosis se halla más allá de las circunstancias históricas coyunturales.
Los hijos de los dioses son humanos que se hallan vinculados a ellos por línea genética directa.
Hemos podido ver cómo la Gnosis Esencial mantiene esta línea directa desde el Origen. En un principio los centros
iniciáticos hiperbóreos consiguieron salvaguardar la genética divina en los descendientes de los dioses, mas con el tiempo
las fuerzas del caos y el mundo de Jehová arruinaron su legado a través de la contrainiciación judía y sus distintas derivaciones.
Quedaron así los espíritus hiperbóreos dispersos por el mundo cual estrellas errantes en busca de su verdadera Patria.
Cuando los divinos extraterrestres entraron en este universo trajeron
consigo la luz divina sobrenatural del Graal, iluminando las tinieblas de Jehová.
El nazismo, como movimiento mágico, rescata la luz del Graal y aparece en la historia del siglo XX como un renacimiento del romanticismo y del espíritu cortés que se
perdiera en el medioevo a causa del exterminio judeo-cristiano. Tras el espíritu de los antiguos trovadores, igual que tras
las odas y poetas inspirados de la antigüedad clásica, se halla la herencia de la sangre divina.
Destacamos en la
Gnosis nazi su aspecto de gnosis guerrera, lo cual significa
que no es la suya una actitud de mera huida o evasión del mundo cárcel-caverna
de Jehová, sino de rebelión y combate abierto por la Vida. El
coronel SS Otto Rahn en su obra “La Corte de Lucifer” cita las palabras de un camarada que dicen
así respecto al poder de la Voluntad y del destino: “La creencia en la validez y el carácter vinculante de el destino significa que
los hombres, pese a todos los desengaños y aparentes absurdos cotidianos, dicen un entusiasta sí a la vida, y alaban plenos
de fe la luz creadora de la vida del sol, pese a la noche, niebla, hielo y nieve. Tener fe en el destino significa una vez
más: vivir el heroico “Aún Así”. Esta actitud la reconocemos en las sagas y baladas, hasta tanto nosotros podamos
mirar, a través de la confusa mezcolanza de posteriores falsificaciones y superposiciones, en la esencia de los poemas...
“.
La guerra de los mundos se inicia debido al choque esencial que
se produce entre los mundos o naturalezas: por un lado el espíritu hiperbóreo y por otro lado el alma del mundo o “creación”
de Jehová.
En el hijo de los dioses, esta crisis estalla primero en su propio
interior. Sucede que al despertar la naturaleza hiperbórea del hijo o descendiente de los dioses, se inicia un periodo de
terribles batallas y crisis interiores en las que la naturaleza espiritual hiperbórea lucha por erguirse, sobreponerse y dominar
el ser “humano” en sus diversas funciones y aspectos tanto físicos como mentales.
Frente a la naturaleza espiritual hiperbórea, el ser animal (de
ánima) criatura de Jehová, se resiste a ser dominado. Pero si el elemento luciférico en la sangre del iniciado es lo suficientemente
intenso ya no hay vuelta atrás. Cuando la naturaleza hiperbórea consigue dominar al ser “humano”, lo transmuta,
modificando la estructura de sus células, su sistema nervioso y su mente. Se
revierte entonces el proceso de la muerte al que se halla sometida toda la naturaleza poseída por el alma y el aliento de
Jehová: el espíritu hiperbóreo es Fuerza y Esencia Vital.
El ser que nace de tal proceso adquiere centralidad, vigor, autodominio,
fuerza interior... finalmente la muerte ya no puede alcanzarle. Nos referimos a que el caos causante de la descomposición
y de la muerte física no puede ya acceder hasta él. Libre de los elementos del caos el iniciado puede establecer contacto
directo con el Más Allá de los dioses y puede disponer de resortes físicos y mentales “sobrenaturales”, pudiendo
también abandonar el cuerpo físico a voluntad. En el proceso final el iniciado puede incluso decidir el momento de abandono
definitivo del cascarón físico (muerte del cuerpo físico). Es posible incluso que este cascarón físico no muera, sino que
“desaparezca” siendo reabsorbido por la Fuerza
del mismo espíritu liberado, abandonando el mundo en un carro de fuego.
Tal y como hemos explicado, hoy día sabemos que la “biblia
judía” es un texto encriptado y tergiversado elaborado mediante la adulteración y apropiación de la historia, la tradición
y las religiones de diversas naciones y civilizaciones.
Cuando en la “biblia judía” se refiere al “árbol
del bien y del mal” del que el hombre tiene prohibido tomar fruto (según mandato de Jehová), nos está situando ante
la esencia de la guerra de los mundos. El judío rechaza la gnosis divina poniéndose al servicio del Demiurgo del mundo. El
texto bíblico es el documento por el cual el judío entrega su alma y sella el pacto con el Demiurgo Jehová. Mediante este
pacto el judío se convierte en su “pueblo elegido” mediante el cual el Demiurgo pretende conseguir el dominio
total del mundo.
Si bien la “biblia judía” no se empezó a escribir
y codificar hasta el siglo -IV, los sucesos a los que se refiere pretenden ser cientos y miles de años antes en el tiempo.
Fue en torno al siglo -IV cuando Jehová establece el pacto de sangre con su “nación santa” (Sa-n-ta = Sa-ta-n
/ Sa-t-ur-day).
Pero el conflicto entre la creación de Jehová y el espíritu de
Lucifer es muy anterior en el tiempo y nos sitúa ante el origen mismo del tiempo
y de la historia.
En el trasfondo de la historia humana hay y ha habido siempre
una “Corte de Lucifer” que guarda la memoria de los días antiguos y
que mantiene encendida la lámpara de un fuego que arde en los hielos convocando a los suyos a la asamblea en la Montaña Polar de la Revelación. Esta Corte de Lucifer está compuesta por
humanos encarnados pero también por seres sobrehumanos que no son de este mundo mortal pero que, como decimos, mantienen el
contacto con sus hijos a través de su naturaleza espiritual. Así como el ser animal se reproduce y se multiplica por el sexo,
el espíritu hiperbóreo es indivisible y no se multiplica; siempre ha habido un mismo número de espíritus hiperbóreos encarnados
o no. Lo que hay más allá de este mundo no puede decirse con palabras humanas.
Lo importante de todo esto es comprender cómo esta Corte de Lucifer ha actuado de continuo sobre la historia humana dando lugar a diversas sectas,
movimientos e incluso naciones e imperios. Nunca han estado cerradas las puertas que desde el mundo mortal van a parar al
mundo de los dioses; sólo ha sucedido que los hombres, debido a su vulgaridad, han perdido los sentidos que les permiten acceder
a ellas.
Podemos pensar que en algún lugar de la tierra existe aún una
cofradía de magos o iniciados que guarda el secreto de los dioses y que es custodia del Graal.
Pero aunque esto sea así, los verdaderos y legítimos custodios de este tesoro son seres extraterrestres que tienen poderes
sobrenaturales y que no pertenecen a este mundo, pues se hallan salvos de él. Un humano vulgar sería incapaz de resistirse
ante el poder de estos seres que se comunican telepáticamente y que tienen, como decimos una enorme Fuerza y poder mental.
Como indicamos, el camino hacia los dioses es la integridad, la
disciplina del iniciado y el despertar de su naturaleza transcendente. No existen atajos ni caminos invertidos hacia el Reino
de los Inmortales; nadie puede abrir las puertas sin ser digno de ello. El Graal enseña
al iniciado a ser dueño y señor de sí mismo. Sólo así los dioses llegarán a escucharle y a saber de él.
5- Los nazis y la gnosis
La tragedia del catarismo es el punto de apoyo desde el que de
Alfred Rosenberg lanza su ataque tanto contra la Iglesia Católica como contra el judaísmo. En su magistral obra “El mito del siglo XX” este gran ideólogo del nazismo cita en muchas ocasiones a ambas organizaciones
hermanas (judaísmo y judeo-cristianismo) como corruptoras del verdadero cristianismo y del mensaje del Dios del espíritu.
La referencia constante que hace Rosenberg a los cátaros nos plantea ante el hecho
de que el nazismo vio en ellos la clave, o al menos claves fundamentales del verdadero cristianismo. El nazismo, tras la guerra, sufrió suerte similar a la que setecientos años antes sufriera el catarismo. Entonces,
tras haber dado luz a un cristianismo gnóstico, los cátaros fueron arrojados por el mundo a la muerte en la hoguera y otros
crímenes. Los nazis, al igual que anteriormente cátaros y otros gnósticos sufrieron
la suerte del crimen ritual y la maldición de los poderes del mundo.
Tanto Rosenberg como
el movimiento nazi en su conjunto se identifican con lo que denominan “cristianismo
nórdico”. Jean Michelle Angebert en su obra “Hitler y la tradición cátara” estudia cómo una parte substancial del conocimiento gnóstico reunido
por la SS en diversos estudios, descubrimientos e investigaciones, fue reunido para la profundización de su doctrina secreta.
Los espíritus despiertos que ya en su día desde el maniqueísmo
y el gnosticismo denunciaron el “Antiguo Testamento” y gran parte de los “Evangelios judeo-cristianos”
como textos adulterados por el judío al servicio de Satán-Jehová, se hermanan con la cosmovisión del Tercer Reich. La piedra angular que une la espiritualidad nórdica y el cristianismo gnóstico es su filiación a
un mismo bando espiritual.
El maniqueísmo medieval nos habla de que el mundo está dominado
por una antirraza de hombres corruptos y materialistas gobernados por un “Dios”
mentiroso y criminal. Frente a este mundo falso se yergue la raza de hombres puros
vinculados a la chispa del espíritu del Dios Verdadero. Hallamos en esta declaración del maniqueísmo medieval respecto a la
raza y la antiraza el eco de la gnosis
guerrera vindicada por el estandarte de la doctrina nazi.