Ignacio Ondargáin
NACIONALSOCIALISMO.
Historia y Mitos
Capítulo II.c
(Texto revisado
en diciembre de 2006)
LA
CORTE DE LUCIFER
1- Origen de la
banca y el prestamismo
2- Los templarios
3- Los cátaros
4- Conclusión
1- Origen
de la banca y el prestamismo
La aparición de
la banca se atribuye comúnmente al “progreso” económico de las civilizaciones. Ya en la antigua Babilonia (Mesopotamia),
el mercantilismo y la especulación de la actividad económica se desarrolló en torno a los templos, convirtiéndose estos en
bancos: recibían depósitos de mercancías (generalmente granos), emitían unos recibos como contrapartida y realizaban préstamos
de estas mercancías, a cambio de interés o usura.
Este proceso viene
a desarrollarse en las civilizaciones cuya economía abandona el campo de lo real para caer en el de la especulación y el interés
y en él hallamos siempre presente en actividad al elemento judío.
La biblia judía
no cuenta la historia real del origen ni la identidad del judío, sino que la ha ocultado mediante agregados tomados de pueblos
y religiones de las naciones en las que el judío ha llegado a desarrollarse. No podemos aceptar como creíble la ridícula versión
que el judío da de sí mismo en su biblia. Las historietas bíblicas no son reales ni mucho menos la historia que se atribuyen.
Al observar el
proceder de los sacerdotes de los templos de aquella Mesopotamia, podemos identificar en ellos el substrato judío que mediante
el uso del préstamo con interés o usura extorsionaba y se hacía con el control de la economía.
Las vicisitudes
históricas hicieron que toda la estructura montada por el judío en Mesopotamia se viniera abajo, pero este aprovechó la ocasión
para enquistarse en nuevas naciones e imperios. El judío ha sido siempre un elemento agregado a la vez que ajeno a las naciones
en las que ha venido a desarrollarse.
En Grecia, los
templos acabaron siendo utilizados para realizar depósitos de tesoros y haberes de los particulares. Los trapezita empezaron
cambiando monedas y acabaron recibiendo depósitos y realizando préstamos con interés.
Desde el siglo
IV en Roma, con el judeocristianismo triunfante, surgen los argentarii, quienes realizarán funciones semejantes a los trapezita
griegos, pero con un matiz nuevo importante: actuan de acuerdo con el Estado.
La caída de la
decadente Roma judeocristiana dio paso a una época en la que la economía se movió en el límite de lo real y en la autosuficiencia.
La actividad comercial disminuyó enormemente así como disminuyó también toda manipulación especulativa de la economía.
En los siglos XI-XIII
se produce una Revolución comercial ligada al desarrollo de las Cruzadas. Los orígenes de la banca moderna los encontramos
en los bancos medievales de cambistas, aurífices o mercaderes, cuya función principal era custodiar el numerario que les entregaban
sus clientes.
En este contexto
los templarios inventaron la letra de cambio, mediante la cual garantizaban que su corresponsal en la localidad a la que iba
el depositante pagase el importe negociado. Así mismo, los templarios realizaron acopio de todo tipo de bienes; practicaron
el préstamo con intereses usureros que superaban el 10% anual y, en definitiva, crearon las bases del Sistema financiero mundial
que actualmente domina el mundo.
2- Los Templarios
La “Orden
del Temple” es fundada por Hugues de Payens en 1119 y se establece en Jerusalén. Su tarea oficial es proteger a los
peregrinos de los “santos lugares”.
La misión que se
atribuye esta orden es defender los estados latinos de oriente. Su origen lo hallamos pues en las condiciones creadas en Próximo
Oriente a raíz de las Cruzadas.
Se establecieron
junto al Templo de Jerusalén, del que tomaron su nombre. Su primera y principal ocupación fue excavar en el subsuelo del templo,
buscando el tesoro judío de Salomón y el “Arca de la Alianza”.
Su organización
seguía las normas de la regla cisterciense y adoptaron como hábito una capa blanca con una cruz roja. La orden estaba presidida
por un gran Maestre, que en las decisiones más importantes debía consultar al capítulo general.
Mediante la donación
de los fieles cristianos y gracias a sus actividades financieras se convirtieron en una potencia económica que controlaba
los intercambios financieros entre Europa y Oriente. Efectuaban operaciones bancarias y practicaban el préstamo con intereses
que, como decimos, superaban el 10% anual.
En 1291 los musulmanes
toman San Juan de Acre, con lo que desaparecía el motivo originario de su fundación. Pero los templarios persistieron actuando
como meros banqueros. En España, durante la Reconquista, pudieron encontrar aún una justificación de sus actividades primigenias,
aunque siempre manifestaron especial preferencia por las transacciones económico-financieras.
Mediante su política
de especulación financiera, el prestamismo y la usura, los templarios habían conseguido convertir en deudores suyos a amplios
sectores de la sociedad, así como a los mismos reyes de Francia, la Corona Aragonesa, el Vaticano y a gran parte de los reinos
de Occidente. El auge económico de los templarios había acumulado en sus arcas finanzas, riquezas, tierras, propiedades...
pero esta política creó animadversión hacia ellos entre grandes sectores de la sociedad europea.
A principios del
siglo XIV la Orden del Temple contaba con 15.000 “caballeros”, pero sólo un 5 % (750 aprox.) de ellos eran “caballeros”
en armas; el resto se dedicaban a las transacciones, a la especulación económica
y a la manipulación de los resortes de poder mundial.
Pero Felipe IV
de Francia preparaba el camino para su desaparición. Tras la muerte del papa Bonifacio
VIII y con el nombramiento de Clemente V en 1305, Felipe IV hace que el pontífice se traslade a Avignon, liberándolo de las
influencias y de la extorsión templaria. El año de 1307, tras haber expulsado de Francia a los judíos, Felipe IV detiene al
gran maestre de la orden del Temple, Jacques de Molay, junto con otros “caballeros” bajo la acusación de herejía.
Desde Avignon, protegido por el rey de Francia, el papa Clemente V ordena la detención de los templarios en los demás reinos
cristianos.
En 1314 es ajusticiado
el gran maestre Jacques de Molay y los bienes de los monjes-banqueros son transferidos a la Orden del Hospital. En Castilla
los bienes revirtieron en la corona; en Aragón pasaron a la Orden de San Juan;
en Valencia se fundó la Orden de Montesa y en Portugal se creó la Orden de Cristo.
El “templarismo”
pervivió a través de la masonería, financiada siempre desde la Alta Finanza mundialista. Consecuentemente se produciría una
transmisión en la que la masonería vino a desarrollar toda una simbología y un ritual derivado del uso de la práctica de la
albañilería (compás, escuadra, mazo, mandil, plomada, paleta) originado en la leyenda de Hiram (constructor mítico del Templo
de Jerusalén con sus columnas, estrella de David). Hallamos plasmado en la masonería el secreto propósito de los templarios:
la construcción del Templo de Jerusalén para la adoración del Uno Jehová.
La masonería es
una derivación de la Orden del Temple surgida tras la desaparición de esta, una organización puramente judaica, esto es, promovida
desde el poder financiero judío para servir sus intereses. Esta es la causa (su judaísmo) de que tanto templarios como masones
repudien el cristianismo: en sus rituales secretos escupen y pisan la cruz; para ellos el cristianismo es tan sólo un elemento
mediante el cual buscan judaizar la tradición europea, mas, por lo demás, para ellos el cristianismo es totalmente repudiable.
3- Los cátaros
El catarismo es
un movimiento espiritual que se desarrolló en el medioevo y que se distinguió por sus creencias dualistas y por estar organizado
jerárquicamente.
El substrato maniqueo
que pervivía en el Occidente de Europa desde que en el siglo V fue prohibido por el catolicismo judeocristiano, llegaría a
florecer en el laurel cátaro a través de diversas influencias venidas de oriente como la de los bogomilos y los paulicianos.
Los bogomilos fueron expulsados de Bulgaria en el siglo XI contribuyendo al despertar de la “herejía” maniquea
por todo Occidente.
Podemos ver en
el catarismo la confluencia de diversas corrientes subterráneas de la religiosidad gnóstica. Entre estas corrientes hallamos
la ya citada heterodoxia maniqueísta, “aquella que el cielo persa había originado”.
Así mismo, “hallamos en el catarismo resíduos de la religiosidad de la que los
godos, vándalos, borgoñeses y lombardos habían sido una vez devotos: Desde el dominio visigodo podría haber permanecido activo
el arrianismo en el sur de Francia, en el País de Gothien”. (Otto Rahn, “La Corte de Lucifer”). En cualquier
caso, habríamos de hallar el origen del catarismo entre los “herejes” de los albores del cristianismo.
El catarismo se
sitúa dentro de la corriente griálico-hiperbórea que, como vemos, pervivió en diversas formas en Europa y especialmente en
la región pirenaica, tierra de visigodos cuyo legado era aún presente en el siglo XII. Otto Rahn (“La Corte de Lucifer”)
dice que “el Minnesang provenzal era un bien espiritual germánico: Manisola y
Consolament habrían sido representaciones del Minnedrinken (bebida del amor) germánico. Desde el tiempo de los visigodos se
ha mantenido la tradición en el País de Gotia”. (...) “Minne tiene
el significado de amor, pero no amor sin más ni más, sino “memoria de amor”.
En sánscrito, el lenguaje ario de la India Antigua, la palabra Minne tiene este mismo significado, pero también designa
a una piedra legendaria que según dicen esclarece el mundo y destierra la noche del Error”. Nosotros conocemos a
esta piedra con el nombre de Grial.
Al contrario que
las órdenes monásticas católicas como la de los templarios, que se nutren de relatos judaicos, los cátaros beben de fuentes
hiperbóreas, griálicas, “paganas” y, finalmente, luciferinas. En esta religiosidad, Cristo es Cristos-Lucifer,
un ángel que nunca encarnó en un cuerpo humano y que ayuda al hombre a liberarse de la cárcel de la materia dominio de Jehová-Satanás.
Más allá de cualquier otra consideración, el odio de la Iglesia católica hacia el gnosticismo la llevó a ordenar el exterminio
y la aniquilación total de los cátaros y con ellos la de todo el País Cátaro.
La “herejía”
surgida en Europa en el siglo XI arraigó predominantemente en el País Cátaro (Occitania) además de en las regiones renanas
y del norte de Italia, extendiéndose entre las capas sociales más cultas. Como vemos, en el sur de Francia (Occitania), a
los “herejes” se los llamó cátaros, así como en Dalmacia e Italia se les llamó patrinos y en Alemania (desarrollados
principalmente en la región del Rin) ketzer.
En torno al movimiento
se aglutinaron diversos movimientos espirituales que anhelaban una mayor perfección y consideraban farsante y criminal el
credo católico. Se creó una organización con un clero, una jerarquía, una liturgia y un sistema doctrinal propio. Hacia 1149
el primer obispo cátaro fijó su residencia en el norte de Francia y poco después estableció colegas en Albi y Lombardía. A
raíz de la visita de Nicetas (1169), obispo cátaro de Constantinopla, a Lombardía y el sur de Francia se nombraron nuevos
obispos y se celebró en el Languedoc un concilio cátaro. A finales del siglo XII los cátaros ya tenían once obispados: uno
en el norte de Francia, cuatro en el sur (Albi, Tolosa, Carcasona y Valle de Arán) y seis en Italia (Concorezzo, Desenzano,
Bagnolo, Vicenza, Florencia y Spoleto).
La venida del obispo
de Nicetas a Occidente para infundir a sus colegas unas nociones dualistas más puras, provocó que el catarismo se dividiera
en dos escuelas: la de los dualistas esenciales o “radicales” y la de los moderados.
Los moderados creían
que Satán, el creador del mundo material, había sido un ángel de Dios que había perdido la gracia y que, en consecuencia,
Dios había sido, en última instancia, el creador del universo.
Los segundos (esenciales)
pensaban que Satán-Jehová y Dios eran dos deidades opuestas, creadoras del mundo de la materia y del espíritu respectivamente.
Los cátaros del
sur de Francia eran esenciales y en Italia los había partidarios de ambas concepciones.
Para todos los
cátaros la materia era el principio del mal y el hombre, enajenado por ella, necesitaba practicar el ascetismo para liberar
el espíritu y alcanzar la comunión con Dios. Creían en la transmigración de las almas y en la lucha por la redención de los
espíritus encadenados en la materia. Los perfectos cátaros practicaban el ayuno, el celibato y no comían carne. Practicaban
la endura, o el suicidio ritual, no como huida del mundo, sino como consumación definitiva de la liberación del espíritu.
Denunciaban el antiguo testamento de la biblia judía como obra del Maligno y estimaban especialmente el Evangelio de Juan.
Combatían la doctrina ortodoxa de la encarnación y afirmaban que Cristo-Lucifer es un ángel no encarnado. Rechazaban el orden
fundamentado en la mera violencia y denunciaban el servicio de la Iglesia Católica al poder del mundo.
La Orden de los
Dominicos, creada exclusivamente para la conversión de herejes, fracasó todos los intentos con los cátaros, al igual que San
Bernardo, los cistercienses y los legados pontificios. El papa Inocencio III (1198-1216) recurrió a la violencia y lanzó contra
el País Cátaro una sangrienta cruzada, uno de cuyos episodios finales sería la caída de la fortaleza de Montsegur, en marzo
de 1244.
Consideramos fundamental
en el conocimiento de la “herejía” cátara la obra de Otto Rahn. En su libro “La
Corte de Lucifer”, el autor alemán hace un viaje a la región de los Pirineos a la búsqueda del Grial, haciendo que
en su peregrinaje revivan los hombres y dioses de la antigüedad. Así, la lectura del relato nos sitúa ante Zeus, Apolo, Heracles,
Pyrene, la cual “debe haber sido la propia diosa Venus”, los Argonautas,
Pytheas de Marsella, Aristóteles, Alejandro Magno, Alarico, los godos, los ostrogodos, los visigodos, los hiperbóreos... y
los cátaros.
Nos encontramos
ante la estirpe los “ángeles caídos”:
“Busqué la divinidad
y estoy a las puertas del infierno.
Caer, aún puedo seguir cayendo.
Aun a través de las llamas,
he de tener una meta:
Hay una senda hacia el cielo”.
Otto Rhan entra
en España por Puigcerdá y recuerda a Don Quijote “que cabalgó con su rocín Rocinante
por España y ha pasado a ser la irrisión de los hombres. Quiso que la caballería hundida en su patria volviera a ser honrada.
¡Ese loco!”. Un tren atraviesa la meseta de la Cerdaña y se dirige hacia Barcelona. En su camino pasará cerca del
monasterio benedictino de Montserrat. “El Grial nunca fue guardado en Montserrat.
¡Jamás!”, dice Rahn.
Rahn abandona la
región pirenaica yéndose a Italia y entra en los Alpes por el Tirol Sur para llegar a su Patria.
Atraviesa Alemania
de sur a norte recordando a los herejes, a los antiguos dioses y nos recuerda, para que nos mantengamos siempre alerta, la
maldición que Jehová ha lanzado sobre el mundo a través de Su Pueblo Elegido y de la Santa Iglesia Católica de Roma.
Finalmente, Rahn
embarca en un puerto del Báltico en dirección a Islandia. Al llegar a la isla del norte, Rahn se halla con una tierra pobre
y desangelada que nada tiene que ver con la magnífica isla de los hiperbóreos que abriga su corazón: “ni por tierra ni por agua alcanzarás el país de los hiperbóreos...”
Rahn, como los
cátaros, reivindica a Lucifer y en la soledad de su habitación, mientras en el silencio sus pensamientos elaboran su libro
“La Corte de Lucifer”, siente junto a él la presencia del “Príncipe de los Ángeles Rebeldes”, aunque
no pueda verle.
Rahn desentraña
el misterio de los cátaros y de la caballería del Grial. Descubre que el cristianismo verdadero y originario no es el de la
Iglesia Católica de Roma, sino el de los hombres dioses de la antigüedad, el de los hiperbóreos, que es el de Cristo-Lucifer.
Nos referimos a los iniciados en el proceso de la divinización; la capacidad de alcanzar y vivir el mundo del espíritu del
Más Allá.
El judeocristianismo
es un invento posterior y supuso la adulteración del luciferismo, la tergiversación del misterio de Lucifer y de la gnosis
verdadera; es la suplantación y la inversión del conocimiento divino llevada a cabo por los agentes de Jehová-Satanás.
Rahn accede a la
esencia del esoterismo cátaro gracias a su iniciación en la SS-Ahnenerbe en la que entra a formar parte cuando el nacionalsocialismo
llega al poder en 1933. Si leemos el primer libro de Rahn, “Cruzada Contra el Grial” publicado en 1931, vemos
en esta obra el habitual cúmulo de contradicciones resultado de la adaptación de su trabajo al discurso judeocristiano. En
el discurso judeocristiano, los papeles y las figuras de Lucifer, Dios, Jehová, Cristo, Paraíso, Creación, Bien, Mal, Pecado...
no acaban de encajar, generándose siempre un sin fin de cuestiones contradictorias que vienen a descolocar la teoría por una
y otra parte sucesivamente hasta el infinito. Como el propio Rahn dice, esto es consecuencia de que, como Midas “anteponemos al inequívoco norte la esencia enredada del mundo, y el nudo se enredó. Sólo Alejandro pudo desenredarlo:
cogió con ambas manos el símbolo del poder real, su espada, y, resueltamente, de un golpe, cortó el nudo en dos”.
(...) “De esta forma desenredó la esencia enredada del mundo...”.
El segundo libro
de Rhan, “La Corte de Lucifer”, fruto de su ingreso y sus trabajos
en la SS, nos permite entrever que la iniciación SS nos dirige hacia la tradición cátara; que tanto cátaros como nazis pertenecen
a la misma corriente subterránea que mana desde los glaciares transparentes de Hiperbórea.
Los NS indagaron
sobre el esoterismo cátaro en toda la región pirenaica, tanto en el mismo País Cátaro como en las regiones fronterizas españolas
donde el contacto con el mundo cátaro tuvo gran importancia. Otto Rahn buscó la prolongación del catarismo que pervivió en
España tras su exterminio en Francia. El 23 de octubre de 1940 Himmler visita España. En primer lugar visita el monasterio
de El Escorial en Madrid y posteriormente se dirige a Barcelona. Desde la capital catalana se dirige a la montaña de Montserrat.
En el monasterio benedictino de Montserrat, Himmler es recibido por el padre Ripoll, quien hablaba perfecto alemán. En el
curso de la visita el Reichführer SS se dirigió al padre Ripoll diciéndole que “en
Montserrat se propugnó la herejía albigense (cátara), con la que nosotros tenemos tantos puntos de contacto”. A
Himmler le interesaba no tanto el monasterio judeocristiano sino la montaña, sus magníficas formaciones naturales y sus vinculaciones
con el mundo intraterreno. Se dice que los nazis buscaron el Grial en la misteriosa orografía de la montaña catalana, lo que
no debería sorprendernos pues cien años antes ya lo hicieron las tropas de Napoleón, las cuales destrozaron el monasterio
buscando “algo desconocido”.
En definitiva,
todos los datos nos indican que el nacionalsocialismo es un movimiento cátaro, o dicho de otra manera, afirmamos que nazis
y cátaros son herederos de una misma tradición hiperbórea. Tal vez podríamos concluir que el movimiento nazi es un catarismo
adaptado a las dramáticas circunstancias históricas de la Europa de comienzos del siglo XX.
4- Conclusión
En la Revista AÑO
CERO (nº 05-190) de mayo de 2006, Enrique de Vicente nos sitúa en el contexto de “una
guerra civil de dimensiones planetarias” que se hallaría en el trasfondo de la historia de la humanidad en la que
“una serie de familias bien precisas que entroncan a San Bernardo con la Orden
del Temple y los monjes calabreses se convierten en fundadores de la Orden de Sión, pregoneros del advenimiento de una Era
del Espíritu Santo, preceptores de Godofredo de Bouillon y predicadores de la Primera Cruzada. Su finalidad oculta parece
ser instaurar al vástago de una secreta dinastía judaica como rey de Jerusalén, con la esperanza de construir en el momento
adecuado un templo e instaurar en él un emperador-mesiánico que rija desde allí una Cristiandad renovada. Para este ambicioso
proyecto se trabajaba en muchos frentes. Entre ellos, el brusco crecimiento de un Císter antes agonizante, que es tomado al
asalto y renovado por los seguidores del joven san Bernardo, que lanza el culto mariano, teje toda una campaña publicitaria
para convertir a los templarios en una inédita potencia militar y económica, consagrándolos a Nuestra Señora, como lo están
las catedrales góticas, otra pieza fundamental en este proyecto, al igual que las vírgenes negras”.
Este relato realizado
por el director de la revista AÑO CERO describe el núcleo de la mitología mesiánica judaica y masónica.
Esta “mitología”
inventada y apropiada de diversas tradiciones antiguas ha sido un “secreto” guardado por la masonería (continuadora
del Temple) y, evidentemente, por el mesianismo judío. Nos situamos aquí en el corazón de la mitología judaica: el Arca de
la Alianza, la Mesa de Salomón, el “Grial” de la sangre judía de Jesucristo, la descendencia mesiánica judaica
de María Magdalena... y el moderno mito judaico de la novela “El Código da Vinci”
de Dan Brown, cuyo “éxito” ha sido promovido sutilmente por los medios del Sistema para el consumo de las masas.
La masonería nunca
ha sido aria ni europea, sino que tiene por génesis el templarismo, es decir, el judaísmo. No podemos dejar de poner atención
a los sucesos que se desarrollan en torno al Monte del Templo en Jerusalén, lugar elegido por los judíos para “esperar
la venida del Mesías” (sic). Este acontecer no podrá tener lugar hasta que el edificio del Templo judío esté completamente
terminado, para lo que se les hace necesario la destrucción de la mezquita y los recintos musulmanes. El 29 de septiembre
de 2000 Ariel Sharon capitaneó un grupo de judíos excitados hacia el Monte del Templo, provocando la respuesta palestina y
la posterior represión sangrienta del ejército judío. La sangre de palestinos desarmados acribillados y muertos a balazos
regó las piedras del suelo donde en su día se levantó el templo del dios judío... un sacrificio agradable a Jehová que llevaría
a Ariel Sharón al poder del estado judío.
Se hace necesario
señalar en este punto del relato la contradicción en que han caído numerosos esoteristas inscritos principalmente en la corriente
del “tradicionalismo” al incluir a los templarios dentro de la tradición europea. Todas las evidencias demuestran
que la razón del esoterismo templario no es otra que el mesianismo judío. El mismo origen de la Orden del Temple se sitúa
en el espacio del Templo de Jerusalén; su razón de existir y su única misión es precisamente la restauración del Templo judío
para la dominación mundial del Pueblo Elegido de Jehová.
Julius Évola, invirtiendo
los papeles y el sentido de la historia llega a afirmar que “a la lucha contra
la Orden de los Templarios, con mayor motivo que a la lucha contra los cátaros, se la puede llamar cruzada contra el Grial”
(“El Misterio del Grial”). Este mismo autor tradicionalista hace una apología de los templarios al identificarlos
con la “mística guerrera de ascesis y liberación” confundiendo este
principio ario de la “guerra santa” con la necesidad del mesianismo judío de disponer de una organización “secreta”
al estilo de la actual masonería y una milicia que garantizara su proceso de dominación mundial. En sí mismo, el militarismo
no implica una espiritualidad superior si la causa por la que se levantan las espadas no es verdaderamente liberadora. Como
hemos podido ver, el militarismo templario no implicaba un fin bueno para Europa sino que era tan sólo un elemento de la Alta
Finanza mundial que domina el mundo, esto es, del judaísmo.
La obra de Julius
Évola contiene trabajos notables sobre historia, tradiciones y vías iniciáticas del pasado, si bien hemos de señalar que llega
a conclusiones inexactas y superficiales en aspectos fundamentales como la cuestión de Lucifer, el tema de los titanes y el
de los templarios. Sobre esta base inestable no puede llegarse a conclusiones definitivas en las que cada pieza encaje en
su lugar correspondiente. En este contexto, acorde con el judeocristianismo, el autor italiano confunde al verdadero luciferismo
con las vías iniciáticas desviadas.
Évola identifica
como verdaderos representantes de la tradición heroica a Hércules y los olímpicos, lo cual entendemos acertado, pero se equivoca
al contraponerlos a los titanes (Prometeo – Lucifer) que según él serían una desviación de la verdadera tradición. Tanto
cátaros como NSs, así como la tradición hiperbórea más esencial señalan a Lucifer y a Prometeo como exponentes más destacados
del espíritu ario: “el ario es el Prometeo de la Humanidad” (Adolf
Hitler “Mi Lucha”).
Ernesto Milá, conocido
esoterista autor de diversos libros sobre temas históricos afirma en el número 7 de la revista “Nuevos Horizontes”
que “a decir verdad los templarios colaboraron en el exterminio de los cátaros...
Hay que distinguir entre el esoterismo cátaro y el esoterismo templario. Son extremadamente diferentes”.
Así como el catarismo
es un movimiento nórdico ario - hiperbóreo, el templarismo es una emanación del judaísmo cuya existencia se circunscribe al
desarrollo de las finanzas judías.
Frente al ideal
judeocristiano enfocado en Jerusalén, los cátaros y los nazis apuntan hacia el inequívoco norte: hacia Hiperbórea.
No podemos dejar
de recordar tanto a unos como a otros, cátaros y nazis, “locos puros” en este mundo dominado hipnóticamente por un demonio. Su exterminio fue tan sólo una
batalla más dentro de la gran tragedia que arrastra a toda la humanidad hacia la revelación final.
En mi primer viaje
por el País Cátaro recuerdo cuando, un día lluvioso de agosto, alcancé el prado sobre el que se alza salpicado de verde el
pedregoso Pog de Montsegur. Me detuve un instante y ahí, quieto, me pregunté extrañado yo mismo de mí mismo: ¿qué tipo de
locura es esta que nos lleva a unos cuantos “locos” a venir a este lugar a buscar quién sabe qué cosa?.
¿Qué misterio viene a movilizar los resortes secretos de la memoria, la sangre y el corazón para convertirnos en anhelantes
y buscadores del Grial?.
Entonces comprendí,
y estas palabras me quedaron grabadas como en bronce, que “el viaje del mundo
exterior es apenas un pálido reflejo del camino que realizamos en nuestro interior”.